Los libros y la calle (fragmento)Edgardo Cozarinsky
Los libros y la calle (fragmento)

"Décadas después de haberme instalado en la rue de la Grande Chaumière, a media cuadra del boulevard de Montparnasse, descubrí en la vereda de enfrente del boulevard, en la rue Campagne Première, una librería cuyo nombre evoca un universo novelesco trasnochado: La Rose de Java. ¿Por qué nunca le había prestado atención, si más de una vez había pasado por esa calle? Hace pocos meses, al leer su nombre en la fachada, me detuve por primera vez ante sus vidrieras abarrotadas. Inmediatamente reconocí un territorio ajeno a la actualidad. Una vidriera está dedicada a Romain Gary, la otra a Joseph Kessel. Recordé en ese momento que La Rose de Java es el título de una de las novelas menos conocidas de Kessel.
Aun antes de entrar y entablar lo que sería una larga conversación con Hubert Bouccara, librero de una tradición en vías de extinguirse, no pude sino asociar a ambos escritores con una genealogía particular: ambos judíos del este de Europa, franceses de adopción en primer lugar por el idioma, autores de una obra copiosa, de éxito popular, menospreciados ambos por los mandarines de la literatura, sobre todo aventureros que moldearon su existencia con carácter de personajes de novela. Poco importa si los azares de la vida literaria llevaron a Gary, dos veces premio Goncourt, al servicio diplomático, y a Kessel, a la Académie Française.
La Rose de Java resultó ser un pequeño templo dedicado a ambos autores. Hubert Bouccara se acercó muy joven a Kessel, objeto de su admiración adolescente, y con su protección exploró, casi sin medios, subsistiendo con las tareas que iban surgiendo a su paso, sin límites de itinerario ni de tiempo, los Estados Unidos y América del Sur. Hizo de Kessel su padre elegido –“Jeff”–, y este le regaló el manuscrito de la novela cuyo título hereda la librería. Con Gary el vínculo no es directo. Se trata de una afinidad menos electiva que inevitable: el origen compartido, el respeto que le inspiró un destino signado por la insatisfacción ante la vanidad del éxito.
La conversación con el librero llenó la tarde. En algún momento le dije que mi padre había nacido en el mismo lugar donde nació Kessel: Villa Clara, provincia de Entre Ríos. Sus familias, sin embargo, pertenecían a mundos distintos: el doctor Kessel llegó a las colonias del barón Hirsch para sentar las bases de la lucha contra las epidemias que a fines del siglo XIX amenazaban la región; estuvo en Entre Ríos pocos años y volvió luego a Rusia, a Oremburgo a orillas del Ural. Allí vivió la familia antes de emigrar a Francia e instalarse en Niza. Mis abuelos eran simples agricultores. "



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