De Veritate (fragmento)San Anselmo de Canterbury
De Veritate (fragmento)

"Para Boecio, siguiendo la misma temática propuesta en estos textos, la debilidad caracteriza la vertiente corpórea de la naturaleza humana, de donde proviene la tendencia a la animalidad; la tendencia a lo que hay de divino en la naturaleza humana, en cambio, proporciona un beneficio en correspondencia con el bien que caracteriza a la potencia. El olvido de la naturaleza humana representa la primera etapa de una degradación moral y ontológica, ya que el olvido de lo que el hombre es equivaldría, en cierta manera, a errar en la apreciación de lo que es su propia naturaleza, lo que conduce
inexorablemente al vicio. Tanto la pérdida como la recuperación de su naturaleza dependen de un acto noético que Filosofía compara con una orientación de la mirada (IV.4.29), que representa la causa de una transformación del individuo en una bestia, cuando se dirige hacia la tierra —las pasiones—, o en una de las realidades más preciosas, cuando se dirige hacia el cielo —la ley eterna del bien—.
El género literario de la Consolación de la filosofía entronca con el diálogo platónico, ya que Filosofía, como la interlocutora que encarna el papel de un nuevo Sócrates, conduce al prisionero del estado de hombre indignado al de un ser humano que, confiando plenamente en la providencia divina, acepta con sosiego su destino. 
La eternidad de Dios es una característica del conocimiento divino, y lo que permite a Boecio establecer el principio de los modos de conocimiento. Si Dios piensa que los acontecimientos futuros inciertos se van a producir inevitablemente (inevitabiliter), que incluso puede que no se produzcan, se equivoca; lo que no se puede pensar ni incluso enunciar (cf. Consol. V.3.23). Pero si estos acontecimientos los ve tal como son, futuros, es decir, los conoce tanto si pueden llegar a producirse como a no producirse, ¿cómo se puede denominar presciencia si no abarca nada seguro y cierto? (V.3.24). Boecio considera inadmisibles estas dos opciones. En Dios no cabe ni el error ni la incertidumbre. "



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