Harmada (fragmento)Joao Gilberto Noll
Harmada (fragmento)

"Cris cerró los ojos y comenzó a girar la cabeza, primero lentamente, después en un loco círculo, los cabellos negros azotando el aire. Yo era un cobarde por no acercarme, por no tirar de aquellas crines y no obligarla a arrodillarse delante de mí, por no obligarla a pedir perdón por aquel tiempo de espera que me estaba exigiendo para que yo supiese por fin si ella iba o no a ser actriz; ahora esperaba aquella respuesta febrilmente, porque yo sería su director, yo que ya me sentía muy pasado para volver a ser actor, yo era quien poseía ahora los secretos necesarios para dirigirla en un escenario, me surgía finalmente una nueva promesa; tal vez la última, aquello que me animaría a buscar una forma de salir de la vida que venía llevando hacía tantos años, salir, sí, del asilo, llevar a Cris conmigo, buscar a mis viejos compañeros en Harmada, presentarla a cada uno, conseguiría esta oportunidad, yo la dirigiría, sí, tal vez un monólogo, Cris pasándose los cabellos por los ojos, como si quisiera friccionar la visión y también ocultarla, ¿ocultarla de qué? Cris, ¿de qué?, ocultarla de la curiosidad malsana de los ojos del público, me dijo Cris, Cris con su mirada ahora enfurecida, intentando convencerme de que la mejor manera de presentar aquello era con ese salto de la fiera que ella ya no sabía cómo amaestrar, esa disritmia, mi camarada, en cualquier momento puedo caer aquí con una convulsión o, quién sabe, petrificada, dura como una roca orgullosa –la voz de Cris allí había cambiado tanto que los inadvertidos podrían suponer que se trataba de un hombre hablando, tal el rimbombar barítono que sugería, por así decir, una atmósfera taciturna en la frondosa sombra de aquel rincón en el patio del asilo. "


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