La casa de los encubridores (fragmento)Martin Amis
La casa de los encubridores (fragmento)

"Creo que, provocada o no provocada, la Rebelión de Norlag fue algo de una heroica belleza. Nadie me convencerá de lo contrario. Estábamos dispuestos a morir. He conocido la guerra, y no fue como la guerra. Déjame explicártelo. Estás confundida, querida mía, mi preciosa, si piensas que en las horas previas a la batalla los hombres están llenos de odio. Ésa es la ironía y la tragedia del asunto. El sol se alza sobre la planicie donde los ejércitos se miran cara a cara. Y el corazón de cada hombre está lleno de amor: de amor por su propia vida, por toda vida, por cualquier vida. Amor, no odio. Y no puedes encontrar realmente el odio —que es lo que necesitas hacer— hasta que das el primer paso en el interior de la vorágine de hierro. El 4 de agosto el amor aún estaba allí, incluso al acabar el día. Era..., era como Dios. Y no un Dios ruso. Era magnífico, el modo en que estábamos allí en fila cogidos del brazo. Todos, las mujeres, Lev, todo el mundo, hasta los comemierda, todos allí de pie cogiéndose del brazo.
Dos días después yo estaba en un campo de filtración en la tundra, para recibir otra sentencia o ser ejecutado. A Semyon y a Johnreed los habían acribillado a tiros cuando los aviones llegaron de Moscú. Beria había caído en desgracia. El hombre designado para prenderlo fue mi mariscal, Georgi Zhukov. Me encanta que así fuera. Lavrenti Beria, el brillante pervertido, alzó la mirada de su escritorio y vio a su némesis: el hombre que ganó la Segunda Guerra Mundial. A mí me trasladaron absurdamente a Krasnoyarsk, y la primavera siguiente me subieron a una barcaza que me llevó de vuelta Yenisei arriba. Cuando volví, a un lado del monte Schweinsteiger estaban acondicionando un viejo barracón que habría de hacer de Casa de los Encuentros.
El 5 de agosto de 1953, después de veintiocho horas de operaciones de urgencias, Janusz se miró en el espejo: pensó que se había puesto la gorra con un poco de talco dentro. El pelo se le había vuelto blanco.
Por esa misma época, en otro acontecimiento familiar relacionado con la muerte de Iósif Vissarionovich, a Vadim, mi medio hermano y fraternal gemelo de Lev, lo mataron a palos mientras reprimía las huelgas y revueltas de Berlín Este. "



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