Bucólicas (fragmento) Virgilio
Bucólicas (fragmento)

"¡Oh, si tú quisieras al menos habitar conmigo los miserables campos y sus rústicas cabañas, flechar los ciervos y arrear el hato de cabritos al verde malvavisco! Cantando junto a mí imitarás conmigo en las selvas al dios Pan. Pan fue el primero que enseñó a juntar con cera muchas cañas, Pan guarda las ovejas y a sus rabadanes. Y no te pese rozar tu labio tierno con la flauta: ¿qué no hacía Amintas por saber esto mismo que sé yo? Tengo una flauta compuesta de siete cañas desiguales, que en otro tiempo me regaló Dametas, diciéndome al morir: “Tú eres ahora su segundo dueño”. Así dijo Dametas y el necio Amintas me la envidia. Además tengo yo dos cabritillos que he encontrado en un valle poco seguro, salpicados todavía de pintas blancas en sus pieles; cada día agotan dos ubres de oveja: los guardo para ti. Ya hace tiempo que Testilis me ruega me los deje arrebatar y lo conseguirá, puesto que a ti te desagradan nuestras dádivas.
Ven acá, ¡hermoso niño!, que las Ninfas te traen canastos de azucenas llenos; en tu honor la blanca Náyade, cortando pálidas violetas y adormideras de tallos altos, las junta al narciso y a la flor del oloroso eneldo, y entretejiendo luego la casia y otras delicadas hierbas al suave jacinto, varia los colores con la caléndula amarilla. Yo mismo te escogeré blanquecinas frutas de tierno vello y castañas que amaba mi Amarilis, añadiré céreas ciruelas, también esta fruta tendrá su honor, y a vosotros, oh laureles, también os cogeré, y a ti, mirto vecino, puesto que así juntos mezcláis suaves olores.
Eres un rústico, Coridón; Alexis ni se cuida de tus dones, ni, si en dádivas compites, te es inferior Yolas. ¡Ay, ay! ¿Qué es lo que quise, mísero de mí? Enajenado arrojé el Austro sobre las flores y los jabalíes en las fuentes cristalinas. ¡Ah, insensato!, ¿de quién huyes? También los dioses moraron en los bosques y el dardanio Paris. Habite Palas el alcázar que ella misma levantó; a nosotros, por encima de todo, placeránnos las selvas. La torva leona persigue al lobo, a su vez el lobo a la cabrita, la retozona cabrita va tras el cantueso en flor y en pos tuyo, oh Alexis, Coridón: a cada uno le arrastra su placer. Mira, los novillos traen pendientes del yugo los arados y, al ocultarse el sol dobla las crecientes sombras; a mí, sin embargo, abrásame el amor, pues ¿qué medida cabe en el amor? "



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