Lunario del paraíso (fragmento)Gianni Celati
Lunario del paraíso (fragmento)

"Pero el cielo era casi blanco por allí, congelado en su inmensa altitud, nada comparable a la de nuestros cielos cálidos y bajitos. Y cuando había cúmulos de nubes viajeras en el horizonte, expandía unos retazos algodonosos tan soberbiamente altaneros que incluso hacían que me sintiera cohibido.
En el barrio de los bancos empezaban a subírseme a las narices ciertos humores que me distraían del cielo y del aire, o sea, los humores de la política. Se trata de unos humores extraños que permanecen taponados en garrafones de miasmas, luego se lo dan a oler a los demás diciendo que es necesario esnifar lo podrido para tomar conciencia.
Yo lo sé porque de joven he esnifado lo mío. Así que en el barrio de los bancos me ponía en pose, empezaba a soltarle a Gisela toda la proclama del charlatán, explicándole qué era el beneficio, el dinero, la mercancía y el capital. Pero, sobre todo, insistía, ¡la plusvalía! Ella no había oído nunca hablar de la plusvalía, pero como palabra le gustaba.
Espectáculo callejero a mi cargo explicándole a Gisela todo el sistema de explotación del hombre por el hombre y, luego, todo lo demás: la visión global, histórica, crítica. En un periquete le expliqué cómo es el mundo en realidad: un gran pulpo sanguijuela que agarra y estruja a los débiles, mientras que los poderosos fuman puros y están a la bartola.
Me parece que ella se quedó algo sorprendida; mientras caminábamos reflexionaba, después dio su total aprobación asintiendo con la cabeza. Bueno, si no colocaba de vez en cuando mis embelecos propagandísticos, en aquellos tiempos, no me sentía nada bien, siempre dispuesto a difundir la idea, es decir, a oír cómo se me daba la razón.
Atravesando una parte de la ciudad y cogiendo luego un tren más bien destartalado, se llegaba al enorme puerto, donde recuerdo el asombro que supuso para mí la novedad absoluta de ver todas aquellas enormes naves ancladas, barcos de diferente tonelaje y enseñas marítimas.
Uno de los más grandes puertos del mundo se extendía a lo largo de kilómetros y kilómetros de costa hasta perderse de vista. En mi vida había visto uno ni siquiera la mitad de grande; así que tenía buenos motivos para estar tan asombrado.
Aquí hay líneas marítimas para ir a todos los continentes y países de los siete mares. ¿Queremos escaparnos a América? Por allí. ¿Queremos irnos a la península escandinava? Por acá. Hay que darse prisa, el barco zarpa, las historias no se hacen esperar, hay que cogerlas al vuelo en cuanto se presentan, sin pretensiones y sin pensárselo demasiado. "



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