Tiza roja (fragmento)Isaac Rosa
Tiza roja (fragmento)

"Me fui de vacaciones, sí. Cogí a mi familia y me los llevé a un camping, que era lo único que podíamos permitirnos. Y fue allí, estando de vacaciones, cuando encontré mi oportunidad. Lo dijo uno de los hombres que más admiro, Richard Branson: «Las oportunidades de negocio son como los autobuses: siempre viene otro en camino». Y así fue: mi autobús llegó cuando acababa de perder uno. Habrá quien lo llame suerte, pero para un emprendedor la suerte no existe, es el nombre que damos a la capacidad innata de reconocer una oportunidad y aprovecharla.
Allí estaba yo hace dos años, en mi camping, intentando aprender alguna lección de mi último fracaso. Entonces me di cuenta de algo: yo no era el único emprendedor allí. Entre los campistas había muchos como yo. Normal, pensaréis: la mayoría de los autónomos no pueden cogerse vacaciones, y los que sí pueden, solo les llega para irse un par de semanas a un camping.
¿Cómo los reconocía, si íbamos todos en bañador y chanclas? Es cierto que los emprendedores tenemos un sexto sentido para reconocernos, hay algo en nuestra manera de movernos por el mundo, como cazadores siempre alerta. Pero yo identificaba a los emprendedores de mi camping por algo mucho más evidente: eran quienes seguían trabajando de vacaciones. Los que nunca desconectaban. Los veía en la piscina pendientes del móvil. Bajo el porche de sus tiendas, sentados en una silla plegable con el portátil sobre las rodillas. Escuchaba sus conversaciones telefónicas, dando instrucciones, discutiendo con proveedores, seduciendo a clientes, reclamando pagos atrasados, programando citas para septiembre. Y sus rostros, marcados por el cansancio y nunca del todo relajados, siempre con una nube en la mirada que algunos llamarían «preocupación», pero yo prefiero llamarla «búsqueda»: los emprendedores nunca dejamos de buscar, somos capaces de ver allí donde otros no ven nada. Y eso hice yo: ver allí donde otros no habían visto nada. Ser el primero. El pionero.
Yo veía que los emprendedores de mi camping no estaban cómodos. Escuchaba sus quejas. El wifi del camping era lento, se caía a menudo. Tampoco la cobertura 4G era muy buena en aquel paraje. Había pocos enchufes para cargar dispositivos. Si querías hacer un envío, la oficina de correos más cercana estaba a cuarenta kilómetros y tenía horario de verano. Ni hablar de programar una videoconferencia. Y, por supuesto, no tenían tiempo, se les iba la jornada en quehaceres domésticos propios de un camping, y en atender a sus hijos. Sí, eso son vacaciones, dirán algunos. Pero ya lo dije antes: la pasión no entiende de vacaciones. "



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