A Isherwood agonizante "Podrías estar, Christopher, en tu umbría casa de Santa Mónica donde descansas y esperas escuchar del exterior un sonoro sumario, irregular, anónimo, del Berlín de hace cincuenta años cuando los días otoñales se retrasaron: el susurro de las chicas que hablaban de hombres jóvenes de pie, en la profunda y oscura calle, bajo fachadas lúgubres desmigajándose como acantilados, en cuyo interior, en una habitación alquilada, escuchabas, preguntándote si por casualidad una podría estar susurrando por ti, y añadías sin sentimiento alguno: «Es del todo imposible». Ahora la vigilia que tú soportas es más estricta y entre las palmeras del desfiladero y el oro desmenuzado sería perfectamente posible escuchar el susurro de una llamada solitaria: Sal. Sal y piérdete en el frío. Una seducción insistente e impersonal. " epdlp.com |