Falstaff. Lo mío es la vida (fragmento)Harold Bloom
Falstaff. Lo mío es la vida (fragmento)

"Los poetas ingleses, de John Milton a William Blake, William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge, Byron, Shelley y Keats, todos escriben a la sombra de Shakespeare. Esta sombra sirve de inspiración, pero nadie da nada por nada, y Shakespeare también es una inhibición.
Vuelvo al ensombrecimiento de Shakespeare conforme él avanza desde Shylock hasta Hamlet, Yago, Lear, Macbeth y Cleopatra pasando por Falstaff. ¿Podemos hablar de la personalidad de Shakespeare? Algunos contemporáneos suyos lo llamaban «gentil», y los pocos comentarios conservados indican que era amable y modesto. Contrasta con la aplastante seguridad de su amigo Ben Jonson y la naturaleza violenta de Christopher Marlowe. Nada de su personalidad se revela en la mayoría de sus dramas ni en sus Sonetos. Y sin embargo, yo intuyo algo hondamente personal en su creación de Falstaff y Hamlet. Claro que nuestras suposiciones se frustran por falta de información. En su lugar está el sutil movimiento de obra a obra, de personaje a personaje.
En el lapso de quince años, 1596-1611, surgieron Shylock, Falstaff, Hamlet, Yago, Lear, Macbeth, Cleopatra y Próspero. Con ellos llegaron Julieta, Rosalinda, Malvolio, Leontes y cientos más. El rey Lear lo llenan Edmund, Edgar, Cordelia y el bufón, además del gran rey. Parece increíble que un solo poeta-dramaturgo creara ese universo de personalidades. Las acciones de Shakespeare han llegado a ser nuestras emociones. Sus sueños pueblan nuestros pensamientos. En catorce meses consecutivos escribió El rey Lear, lo revisó, siguió con Macbeth y sin pausa abrió los amplios horizontes de Antonio y Cleopatra. Quizá sufrió, si no agotamiento, sí un cambio radical en el que hubo una reorientación de la pasión a una especie de quietismo. De Coriolano a El cuento de invierno y La tempestad llega un nuevo tipo de aflicción.
Después de La tempestad, Shakespeare colaboró con John Fletcher en Los dos nobles parientes y tal vez en Enrique VIII. Y parece que hubo una obra hoy perdida, Cárdeno, escrita por Fletcher y Shakespeare. Eso nos lleva a 1613; Shakespeare murió el 3 de mayo de 1616, poco después de cumplir los cincuenta y dos años. Desconocemos la causa de su muerte. En Medida por medida, Troilo y Crésida y Timón de Atenas, así como en sus últimos sonetos, hay una creciente preocupación por la enfermedad venérea. En el tratamiento contra la sífilis entraba una amplia dosis de mercurio. ¿Fue eso lo que aceleró el fallecimiento de Shakespeare?
En la contribución shakespeariana a Los dos nobles parientes hay signos de un giro violento contra el impulso sexual masculino. Anthony Burgess y yo tuvimos varios desacuerdos amistosos sobre la causa de que Shakespeare no escribiera nada en los últimos dos años y medio de su vida. Anthony insistía en que la sífilis había privado al mayor de los poetas del deseo de imaginar nuevas personalidades. Yo me mostraba escéptico, y todavía me parece que el asunto no se puede resolver. El envenenamiento por mercurio es espantoso, pero no sabemos si eso tuvo parte.
Falstaff sólo abandona la afirmación de la sexualidad humana cuando muere. Él es el dios mortal de nuestro vitalismo y de nuestra capacidad para cualquier forma de juego festivo.
Yo me inclino a pensar que Shakespeare, como su Hamlet, decidió que el resto es silencio. Shakespeare, especialmente en El rey Lear, llevó a la apoteosis la visión del sufrimiento humano. Arrepentirse del pecado es un ensombrecimiento para la mayoría de nosotros. Shakespeare, el espíritu más espacioso que haya habido, tal vez se retrajera ante su propia representación del sufrimiento y su coste para nosotros y para sí mismo. Si de veras Falstaff usurpó a Shakespeare su corona de la vivacidad, ello permanece como la gloria perpetua del ingenio despreocupado que preside sobre todos nosotros. "



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