Filosofía de la muerte (fragmento)Manuel Sales Ferré
Filosofía de la muerte (fragmento)

"Y bajo tales subjetivos intereses por la primera impresión motivados en nosotros, unos piensan, en suma, que la muerte no es muerte del espíritu; sino solo del cuerpo como de un tercero y extraño á nosotros mismos: con lo cual se tranquilizan: otros piensan que esta vida es como media vida y de paso, que la vida real está allende de la muerte; con lo cual no solo se dan por satisfechos, sino que llegan tales de ellos á anhelar y procurar lentamente su muerte: otros, señaladamente los filósofos hoy, traen al caso algunas ideas de evoluciones y transformaciones de los seres, que aplican al espíritu y al cuerpo igualmente, concluyendo que no hay muerte real y entera que deba aterrarnos, sino puro paso y transición á otro estado que el presente, ó aun resolución en una vida general.
Los unos como los otros concluyen por negar ó menguar prejudicialmente, en interés del sujeto, el hecho propio é individual de la muerte en su inmediata verdad de muerte del hombre y en la primera común impresión que á todos nos causa; ya con la consideración impertinente de que el espíritu no muere, lo cual, como dicho en general, ni toca á la individualidad del suceso en el espíritu mismo, (pues es inverificable la no muerte del individuo relativo é histórico espiritual, aun bajo la general vida del Espíritu), ni toca al hecho presente que es la muerte del hombre, del compuesto de espíritu y cuerpo, siendo, en suma, como una tercera excepción traída al caso, no una solución racional; ó con la consideración, solo general, relativa y puramente científica, de las transiciones ó evoluciones y demás, que no alcanzan al hecho individual de la muerte observada y experimentada; ó negando, por último, la realidad de esta vida, lo que cabe solo en una exaltación excepcional é idealista, que deja intacta la realidad individual y el sentimiento consiguiente común del hecho de la muerte.
Contra todas estas invenciones de la fantasía, más ó menos consoladoras, habla la realidad de la observación, en que la muerte aparece sensiblemente como un hecho histórico, individual, en cierto tiempo y en un preciso momento, según cuya aparente precisa forma debe ser la cosa, el suceso mismo de la muerte. Luego algo real, propio é íntimo de ser que muere, pasa en esta precisa forma y suceso de todo aquel hombre en todas sus exteriores relaciones en que se observa su muerte, y algo propio y real de aquel mismo ser y hombre que conocemos y con quien comunicamos en vida -del mismo N-, al que y á su vida se atribuye todo el suceso de la muerte; pues aunque luego reflexionando hagamos distinciones y excepciones sobre lo que muere ó no con él, el primero y entero pensamiento con el sentimiento y todas las circunstancias del suceso, se refieren, ni más ni menos, á todo y el mismo hombre viviente y que en este punto deja de vivir. Á esta integridad del hecho observado en tal su inmediata certeza, en la muerte cierta del hombre y sujeto mismo en su vida, debemos atenernos aquí, para considerar en razón y con sentido de objetiva verdad la muerte misma en su inmediata realidad en nosotros, sin prevención intelectual ni preocupación interesada. "



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