Nueva visita a un mundo feliz (fragmento)Aldous Huxley
Nueva visita a un mundo feliz (fragmento)

"Todo hombre, como todo perro, tiene su propio límite individual de resistencia. La mayoría de los hombres llegan a su límite después de más o menos unos treinta días de continua tensión en las condiciones del combate moderno. Los que son más impresionables que el promedio sucumben en sólo quince días. Los más duros que el promedio pueden resistir unos cuarenta y cinco y hasta cincuenta días. Fuertes o débiles, todos acaban derrumbándose a la larga. Todos, es decir, todos aquellos inicialmente sanos. Porque, de modo bastante irónico, los únicos que pueden resistir indefinidamente la tensión de la guerra moderna son los psicopáticos. La locura individual es inmune a todas las consecuencias de la locura colectiva. El hecho de que todo individuo tiene su punto de rotura ha sido conocido y, de un modo tosco y nada científico, explotado desde tiempo inmemorial. En algunos casos, la inhumanidad del hombre para el hombre ha sido inspirada por el amor a la crueldad como crueldad, a su horrible y fascinante naturaleza. Sin embargo, ha sido más frecuente que el puro sadismo fuera mitigado por el utilitarismo, la teología o las razones de Estado. Entre los que han infligido la tortura y otras formas de tensión figuran los hombres de leyes para soltar las lenguas de testigos renuentes, los sacerdotes para castigar a los heterodoxos e inducirlos a cambiar de opinión y la policía secreta para obtener confesiones de personas consideradas hostiles al gobierno. Bajo Hitler, se aplicó la tortura, seguida del exterminio en masa, a esos herejes biológicos que eran, para Hitler, los judíos. Para un joven nazi, un período de servicio en los Campos de Exterminio era, según las palabras de Himmler, "el mejor adoctrinamiento sobre los seres inferiores y las razas subhumanas". Como el antisemitismo que Hitler había adquirido de joven en los barrios bajos de Viena tenía un carácter obsesivo, este resurgimiento de los métodos empleados por el Santo Oficio contra herejes y brujas era inevitable. Pero, a la luz de las conclusiones de Pavlov y del conocimiento adquirido por los psiquiatras en el tratamiento de las neurosis de guerra, parece un odioso y grotesco anacronismo. Cabe crear tensiones lo bastante grandes para provocar un completo derrumbamiento cerebral con métodos que, si bien odiosamente inhumanos, distan mucho de la tortura física. Sea lo que fuere lo ocurrido en años anteriores, parece cierto que la policía comunista no emplea actualmente la tortura de un modo extensivo. Se inspira no en el Inquisidor ni en el miembro de las S.S., sino en el fisiólogo y sus animales de laboratorio metódicamente acondicionados. Para el dictador y sus policías, las conclusiones de Pavlov tienen importantes aplicaciones prácticas. Si es posible quebrantar el sistema nervioso central de los perros, otro tanto puede hacerse con el sistema nervioso central de los presos políticos. Se trata simplemente de aplicar la adecuada cantidad de tensión durante el lapso adecuado. Al término del tratamiento el preso estará en un estado de neurosis o histeria y dispuesto a confesar cuanto sus apresadores deseen que confiese. Pero la confesión no es suficiente. Un neurótico incurable no tiene utilidad para nadie. Lo que un dictador inteligente y práctico necesita no es un paciente que deba ser recluido en una institución o una víctima a la que haya que fusilar, sino un converso que trabaje para la Causa. Recurriendo de nuevo a Pavlov, se entera de que, en su marcha hacia el derrumbamiento final, los perros se hacen más que normalmente impresionables. Es posible inculcar nuevas normas de conducta mientras el perro está en el linde de su resistencia cerebral o cerca de él. Y al parecer estas nuevas normas de conducta son de imposible desarraigo. El animal en el que han sido implantadas no puede ser desacondicionado: lo que ha aprendido bajo la tensión subsistirá como parte integrante de su formación. Hay muchas maneras de producir tensiones psicológicas. "


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