Taxol (fragmento)César Aira
Taxol (fragmento)

"A mí no me parecía tan raro, y habría querido decirle que había mil canales por los que una noticia así podía colarse. Pero él lo veía como algo sobrenatural, como si la Capital y San Justo (que están a media hora de taxi) fueran mundos incomunicados. De algún modo, este asombro le estaba dando peso a la anécdota anterior.
Ahora me acuerdo algo que me había dicho antes, y que fue el verdadero comienzo de su disertación. Hacia la mitad del viaje (estaríamos por el Once) hubo, como dije, algún comentario sobre la desocupación, o la pobreza, y entonces tomó el hilo de esta manera:
—Hace poco estuve en Córdoba, en Deán Funes, de donde soy yo, y estuve con mis amigos, ¡y no lo podía creer! Todos gente pobre, como yo, no vayas a pensar... Bueno, todos tienen auto, buenas casas, todos me invitaban a comer asados, cuando iba a verlos no me dejaban ir... Antes de comer una picada, queso, salamín, aceitunas, Cinzano... ¡¿Pero cómo hacen?! Cómo hacen, querría saber. En cambio mi esposa es peruana, el mes pasado fue al Perú a visitar a la familia, ¡y volvió con una tristeza! Todos flacos, que daban lástima. Me decía, llorando, que en la casa de la hija abría la heladera y no había nada, ¡pero nada! En la casa de la hermana, lo mismo: la heladera vacía. Y a ella la veían gorda, y le decían “¿cómo haces?’ La veían tan gorda... Claro, ellos todos flacos, muertos de hambre. Qué barbaridad. Habrán pensado: “hay que irse a la Argentina, ése es el negocio”.
Ahí fue donde apareció el vendedor de Guías T, y vino el cuento de los rosarinos. Como se ve, hasta ese punto se mantenía bastante razonable. Todo tenía su explicación. Más aún: de lo razonable mismo se desprendía una buena cantidad de datos, con los que podía reconstruirse parte de su vida: su juventud en Córdoba, su primer matrimonio en San Justo y la Capital, la muerte de su esposa, su segundo matrimonio con una inmigrante peruana, veterana como él y en su segundo matrimonio como él (ella había dejado una hija en el Perú). En cambio de lo que siguió ya no pudo deducirse nada, como se verá. "



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