El Lote nº 249 (fragmento)Arthur Conan Doyle
El Lote nº 249 (fragmento)

"Smith oyó todo esto sin poder evitarlo, pero apretó el paso, porque no tenía ningunas ganas de verse envuelto en la disputa. Estaba claro que la discordia era grave y que Lee iba a asegurarse de que su hermana rompiera el compromiso. Smith se acordó de la comparación que había hecho Hastie, entre el sapo y la paloma, y se alegró de que la relación hubiera terminado. No era nada agradable ver la cara de Bellingham cuando se enfadaba. A un hombre como él no se le podía confiar la vida de una muchacha inocente. Mientras seguía su camino, Smith se preguntó con pesadumbre cuál podía ser la causa de la riña y cuál la promesa que Bellingham estaba tan interesado en que Monkhouse Lee cumpliera.
Era el día de la competición de remo entre Hastie y Mullins, y una riada de hombres bajaba a las orillas del Isis. El sol de mayo resplandecía en el cielo y los altos olmos trazaban sombras negras en el camino dorado. A ambos lados de la calle se alzaban los colegios de piedra gris, como canosas madres de la inteligencia que observaran desde las altas ventanas, divididas con parteluz, la marea de vida joven que tan alegremente iba arrollándolo todo. Tutores de negro, rectos funcionarios, estudiantes pálidos, jóvenes atletas bronceados, con sombrero de paja y jersey blanco o chaquetas de distintos colores, tenían prisa por llegar al río sinuoso que atraviesa los prados de Oxford.
Abercrombie Smith, con la intuición de un remero veterano, eligió el punto en que sabía que se libraría la batalla, si es que había batalla. Desde allí oyó a lo lejos el murmullo que anunciaba la salida, el rugido creciente de la multitud a medida que se acercaban los regatistas, el estruendo de los pies que corrían y los gritos de los hombres que iban en los botes. Un grupo de chicos a medio vestir pasó jadeando por delante de él como una exhalación, y, al estirar el cuello para mirar por encima de ellos, vio a Hastie, remando a un ritmo estable de treinta y seis golpes por minuto, mientras su contrincante, con un cuarenta irregular, se quedaba a una canoa de distancia por detrás. Smith ovacionó a su amigo, se sacó el reloj del bolsillo y ya iba a volver a sus habitaciones cuando notó que alguien le tocaba en el hombro y vio que Monkhouse Lee estaba a su lado. "



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