Consideraciones sobre la Revolución Francesa (fragmento)Germaine de Staël
Consideraciones sobre la Revolución Francesa (fragmento)

"El duque de Melzi, que ha sido durante un tiempo vicepresidente de la República cisalpina, era uno de los hombres más distinguidos que Italia, tan fecunda en este tipo de personalidades, haya producido. Hijo de madre española y de padre italiano, unía a la dignidad de una nación la vivacidad de la otra y no sé si cabría hallar, incluso en Francia, un hombre más sobresaliente por su conversación y talento ni más perspicaz a la hora de juzgar a cuantos desempeñaban algún papel político en Europa. El Primer Cónsul se vio obligado a emplearle porque tenía un enorme crédito político entre sus conciudadanos y nadie ponía en duda su amor a la patria. A Bonaparte no le gustaban los hombres desinteresados y con principios inquebrantables, de modo que se propuso buscar algún modo de corromper a Melzi.
Cuando se hubo hecho coronar rey de Italia en 1805, Bonaparte se presentó ante el cuerpo legislativo y dijo a la Asamblea que quería dar una propiedad considerable al duque de Melzi para demostrarle el reconocimiento público hacia su persona: con ello pretendía hacerle perder popularidad. Hallándome a la sazón en Milán, por la tarde encontré a un M. de Melzi desesperado por la jugarreta pérfida de Bonaparte, de la cual no le había avisado. Como Bonaparte se hubiera irritado ante un rechazo, aconsejé a M. de Melzi destinar todas las rentas de la propiedad que le acababa de llover del cielo a un establecimiento público. Mi idea le pareció muy bien y, al día siguiente, mientras paseaba con Bonaparte, le hizo saber su intención. Bonaparte le cogió del brazo y le gritó: «¡Eso que me decís es una idea de Madame de Staël! Estoy seguro. ¡Pero no os entreguéis a esta filantropía romancesca del siglo XVIII! Solo hay una cosa que merezca hacerse en este mundo: adquirir cada día más riqueza y más poder. Todo lo demás son quimeras». Muchos dirán que tenía razón, pero yo creo que la historia demostrará que, al establecer esta doctrina, al apartar a los hombres del honor en todo salvo en el campo de batalla, estaba preparando a sus partidarios a abandonarle en cuanto cesara de ser el más fuerte. También puede enorgullecerse de tener más discípulos fieles a su sistema que servidores devotos de su infortunio. Consagraba su política con el fatalismo, única religión compatible con la devoción a la fortuna, y como su prosperidad no cesaba de crecer, acabó por convertirse en el sumo sacerdote o el ídolo de su propio culto, en el cual creía como si sus deseos fueran presagios y sus proyectos oráculos. "



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