Armadillo (fragmento)William Boyd
Armadillo (fragmento)

"Lorimer salió y subió por la calle con Júpiter caminando pesadamente junto a él: caminaba con visible esfuerzo como un anciano con las arterias endurecidas, pero manteniendo un paso regular. Contrariamente a lo que hacen otros perros, no se paraba y olía cada bordillo, goma de neumático, trozo de basura o cagada, tampoco sentía la necesidad de levantar la pata en cada puerta o farola por la que pasaban; era como si el esfuerzo de ir de A a B absorbiera toda su atención y no le quedara tiempo para ninguna otra frivolidad canina. De esta manera hicieron buenos progresos a través de la mañana brillante y fría hada el café Matisse, donde Lorimer ató la correa de Júpiter a un parquímetro y entró a pedir el desayuno más intenso y calorífico que el establecimiento pudiera preparar. El lugar estaba tranquilo, algunos habituales protegidos tras las pantallas susurrantes de sus periódicos, y Lorimer encontró un asiento delante desde donde poderle echar un ojo a Júpiter. La impasible dueña española tomó nota de su pedido de beicon, salchicha y dos huevos fritos con pan frito. Tomates a la parrilla, champiñones a la parrilla, judías al horno y patatas, con ración extra de patatas a un lado. Cuando llegó roció con gotas de ketchup el plato rebosante y se abalanzó sobre la comida. Júpiter se sentó pacientemente junto al parquímetro, parecía un viejo vagabundo con una gastada chaqueta de cuadros, lamiéndose el morro de cuando en cuando. Lorimer, sintiéndose culpable, le sacó una salchicha, pero él se limitó a olerla y a mirar desdeñosamente para otro lado. Lorimer la puso en el suelo frente a sus patas delanteras, pero seguía ahí, intacta y fría, cuando salió veinte minutos después, con la tripa hinchada tirando de su cinturón, sintiéndose grotescamente lleno pero con la resaca dominada, definitivamente un cincuenta por ciento mejor.
Vio a Rintoul siguiéndolo, o más bien caminando paralelo a él por la calle. Rintoul caminaba a su lado, tratando de ser visto, y cuando sus ojos se encontraron hizo un violento saludo, como si llamara a un taxi, en dirección a él. Lorimer se detuvo incómodo pensando que esto era lo que se esperaba de aquel gesto y miró a su alrededor: la calle estaba tranquila, unos pocos madrugadores dándose prisa por llegar a casa con sus periódicos y sus botellas de leche, ¿pero Rintoul no podría hacer aquí nada perjudicial o violento? Sería el colmo de la temeridad —o de la desesperación— y en cualquier caso tenía a Júpiter para asustarlo. "



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