Chateau saignant (fragmento)Xavier Queipo
Chateau saignant (fragmento)

"En esta hora ansiógena, cuando las sombras se hacen vagas y yo me enfrento, sólo, a las cucarachas que salen de la cocina sometidas al furor "Cucal" del cocinero ayudante, te veo haciendo y rehaciendo una carta en tu italiano origi­nal, que luego traducirás a nuestro común francés, repleto de expresiones inacadémicas. Tal vez nunca seas capaz de man­dármela. Yo debería hacer lo mismo. Escribirte. Escribir­te y no repetir en una revisión permanente de la Odisea, that my name is no one, no one, anyhow.
La brume du matin sobre la cubierta. El espacio vacío de hamacas recogidas. Es muy temprano. Todavía no se ha servido el desayuno. Serás el único, y a estas horas un hombre de mundo pediría un zumo de tomate con salsa Perrins y una yema de huevo. Pero tú eres de tu propio mundo y a pesar de la resaca sólo bebéis los perdedores pedirás un zumo de naranja, y el camarero, nórdico y andrógino, te traerá néctar de naranja y no le podrás decir que no, nunca sabrás si por nórdico, o por andrógino. Beberás aquel bebedizo inmun­do mientras las primeras harpías ya se acercan a sus mesas, el viejo de traje de lino blanco retoma un ejemplar del Financial Times, y dos vírgenes de Brabante (una, sin duda, se llamará Genviéve y otra, Caroline, o Martha, o Catherine, pero la otra, seguro que sí, que Geno­veva).
¿Se disipará la niebla? ¿Se pondrán las brabantinas cual tizones? ¿Conseguirá el hombre del Financial Times los favores sexuales del camarero andrógino? ¿Llegarán las cotorras a Durban a tiempo para el mercado de esclavos? ¿Volveré a verte, a tocarte, a deslizar mi lengua por la playa de tu pecho?
Si, la niebla no puede durar, ni en las cercanías de Cabo Verde, ni en el corazón del nórdico, ni en mi propia mirada."



El Poder de la Palabra
epdlp.com