El Norte (fragmento)Emilio Carballido
El Norte (fragmento)

"De momento, no supo qué hacer con la criada. “Esta pendeja va a pensar que estoy celosa”. Y no estaba, pero se le comunicaba la vergüenza de la muchacha, que ya no podía verla de frente. La corrió.
Cuando la vio salir, fingiendo llanto, con su atado de cosas, se sintió muy a gusto y escribió un letrerito, para ponerlo en la ventana: Se solicita sirvienta.
Llegó una gordita, de ojos esquivos, y le pareció demasiado joven. La vieja vino, humillada, a pedir que la aceptara otra vez.
—Yo no te corrí —dijo Isabel, y la dejó marchar, porque no quería jueces ni testigos.
Llegó también una costeña, menuda y acabada. Trabajaba con los vecinos de junto, pero  estaba harta de ellos, porque tenían varias criaturas. Isabel le vio las canas y el cuerpecillo flácido. La aceptó. Además, ya la conocía.
Resultó jovial y cantadora. Con el menor pretexto se ponía a contar su vida, o a hablar de Veracruz. La primera mañana que Aristeo amaneció en la casa, Isabel observó de un hito a la mujer, espiándole algún gesto, o algún tono al hablar: nada. Y no era floja. Decidió, con alivio, que era muy buena sirvienta. "



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