Cuaderno de memorias coloniales (fragmento)Isabela Figueiredo
Cuaderno de memorias coloniales (fragmento)

"Supimos del 25 de Abril el 26. Se lo contaron a mi padre, al anochecer, estando nosotros en la plazoleta proyectada en la avenida Latino Coelho en Lourenço Marques. Sé que estábamos en la plazoleta proyectada en la avenida Latino Coelho, porque estoy viendo el escenario de los edificios, los hombres en círculo con sus guayaberas azules, cenicientas, castaño claras, beis, intercambiando opiniones; y yo, deambulando entre ellos y el bordillo de la acera, sobre el cual andaba haciendo equilibrios por entretenerme, mientras escuchaba. Por momentos me aferraba a las manos de mi padre, revoloteando en torno suyo, tirándole de los brazos. A él le exaltaba la conversación con los otros hombres pero no dejaba de prestarme atención, un «ten cuidado, hija, que te caes», un «ven aquí», y yo escuchaba, sin prestar atención, el ruido desequilibrado de las voces, y las emociones que contenían. Oía a lo lejos. No escuchaba. Solo me interesaba mi padre.
Llevaba puestos mis pantalones caquis y calzaba chancletas de goma, compradas en los almacenes de chinos de la Baixa. Hacía calor. Estaba anocheciendo, y crecía ya aquella sombra húmeda, y el olor de los árboles y de la tierra, cansados de luz; pero el día no había sido tan caluroso.
Mi madre había subido a preparar la cena.
Aunque es extraña la localización de este recuerdo, porque solo nos fuimos a vivir a la plazoleta proyectada en la Latino Coelho después de las masacres del 7 de septiembre de aquel año.
Tal vez hubiésemos ido a visitar a alguien. Tal vez a mi padrino Joaquim, el loco, que había construido unos edificios, quiero decir, que los negros de mi padrino Joaquim habían construido unos edificios, porque mi padrino no sabía nada de construcción, aunque supiese dar órdenes, y gritar que quería todo listo para el día siguiente, porque después venían el fontanero y el electricista… Y también debía saber dar órdenes al fontanero y al electricista, aunque mal, porque mi padrino era esencialmente poeta y suicida, explotador de mujeres y mentiroso. Y espiritista. Tenía unos zumbidos en los oídos y veía cosas extrañas. El hombre sería vidente, constructor no, eso es lo que yo creo.
Me acuerdo de otra conversación sobre el 25 de Abril, también al final de la tarde, en la Baixa, en el lado izquierdo del edificio del bazar, en la calle. Un grupo de hombres, como siempre, yo la única niña, solo porque acompañaba a mi padre, y participaba como testigo mudo en sus actos públicos. Era la hija del electricista. Lo que ha crecido tu hija. ¿En qué curso estás ya? Y poco más. Escuchaba.
La conversación de la plazoleta proyectada en la Latino Coelho tuvo lugar al atardecer, pero no demasiado tarde. La luz era más blanca. En esta, la luz caía más tenue, más anaranjada. Era la luz naranja del Índico, del mismo color que la tierra de Zambi, de la Costa del Sol, de la Ponta Vermelha, que no es roja, sino naranja fuerte como el azafrán oscuro.
¿Cuál de los escenarios es el real? ¿La conversación sobre el 25 de Abril tuvo lugar arriba, en Alto Maé, o en la Baixa? ¿Fue la misma conversación? ¿Fueron conversaciones diferentes sobre el mismo asunto? Prefiero la segunda hipótesis. Acaso las dos hayan sucedido. La coherencia del tiempo y del espacio, a medida que pasa el tiempo, se pierde. «Fue así», «este es mi recuerdo». Una cosa es cierta: sucedió.
Se había producido una revolución en la metrópoli. El día anterior había sido ya muy confuso: Marcelo Caetano había huido a Brasil, el país estaba sin gobierno, había tropas en las calles; era una república bananera, ¿y qué pasaría en las colonias? Sí, se había producido una enorme confusión en la metrópoli, ¿y luego? El gobierno había cambiado de manos, mejor, porque los que estaban nos robaban a diario. Habían sido los militares. ¿Era bueno para nosotros? ¿Iban a conceder la independencia a las colonias? ¡Ah, finalmente, África iba a ser nuestra! ¡Finalmente, íbamos a dejar de pagar impuestos a los cabrones de la metrópoli! Ahora, podríamos prosperar y hacer de nuestra tierra una California. Era eso lo que nuestra tierra iba a ser: California. California, pero como en Sudáfrica. Con los negros sometidos por nosotros, controlados, o no sería. El 25 de Abril iba a entregar África a los blancos, y después íbamos a ser felices. "



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