Por qué la infancia? (fragmento)Francesco Tonucci
Por qué la infancia? (fragmento)

"Una de las primeras experiencias en la vida de un niño es probablemente sentir hambre. En su código genético está escrito que cuando siente dolor ha de llorar y gritar. Cuando llora, algo blando, tibio y agradable llega a los límites de su cuerpo —su boca— y llena el vacío doloroso proporcionándole bienestar y relajación. Pienso que esta es una descripción aproximada del encuentro del niño con la leche materna. Cuando pocas horas después vuelve a sentir las punzadas del hambre, volverá a gritar porque así está escrito en su código genético, pero también porque, aunque limitadamente, ha experimentado que vale la pena hacerlo. Por eso, a pesar de que pueda parecernos un acto de amor ahorrarle un llanto desesperado, es tan importante no anticiparse a su llamada, porque el descubrimiento de la relación entre su petición y nuestra respuesta empezará a estructurar la relación misma, y, a partir de esta, el lenguaje. En las situaciones de abandono y de acogida en instituciones donde la alimentación y otras necesidades se rigen, por necesidad, por horarios establecidos, los niños dejan de llorar, de llamar, y suelen presentar retraso o problemas de desarrollo del lenguaje.
Este aprendizaje aumenta con el paso de las tomas y de los días, y al cabo de unas semanas podemos asistir a un gran milagro. Sabemos que el niño tiene hambre porque conocemos muy bien sus horarios, pero no lo oímos llorar. Pensamos que está durmiendo. Se asoma a nuestra mente la primera curva, la del niño pequeño que no se da cuenta de que tiene hambre y vuelve a dormirse. Entramos en su habitación, pero no duerme, está despierto y nos mira: tiene hambre, pero no llora. Está esperando. Un milagro, decía, un gran milagro. A las pocas semanas de su nacimiento el niño ha entrado en el tiempo. Puede permitirse un gesto de valentía, renunciar a llorar, arriesgar su vida, porque está seguro de que su madre acudirá. Puede esperarla. Obviamente no lo ha aprendido conscientemente, sino gracias a lo que se conoce como aprendizaje asociativo. Es interesante notar, como sucede casi siempre en el desarrollo, una razón de economía: la confianza en que la comida llegará le permite ahorrarse el trabajo, el estrés, del llanto. Años después llegarán la conjugación de los verbos (empezando por descubrido), la historia y todas las experiencias y conocimientos relacionados con el tiempo, pero el trabajo más importante y arriesgado lo ha hecho durante esas primeras semanas de vida en las que ha echado los cimientos de su percepción y su concepción del tiempo, que son los que le han permitido esperar. Para apreciar la importancia de esta conquista, basta con pensar que algunos niños afectados por formas graves de autismo, por ejemplo, nunca llegarán a conquistar esta capacidad. "



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