Beber o no beber (fragmento)Lawrence Osborne
Beber o no beber (fragmento)

"Pidió el quinto vodka. Cuando volvimos al piso, él andaba de forma estable en línea recta y, sin embargo, estaba borrachísimo. Por la noche se bebió otra media botella a palo seco.
Tomasz y Ewa se separaron, y Tomasz y su nueva amante se mudaron a una casa en Ocean City, Nueva Jersey, desde donde él se haría cargo de la New Jersey Symphony Orchestra en la catedral de Newark. Se trataba de una elección irónica: Ocean City es una ciudad «abstemia». Inmortalizada por Woody Allen en Stardust Memories, sustituye el alcohol por helado, fácil de adquirir en todas partes. No hay un solo bar en kilómetros a la redonda, a menos que se crucen las proverbiales vías del tren.
Llegaron a París noticias de su acelerado alcoholismo. Ewa murió de cáncer de mama mientras vivía con nosotros, y después de su muerte las historias de Tomasz con la bebida se volvieron francamente preocupantes. Su actual novia era incapaz de frenarlo; aterrorizada y perpleja, nos enviaba informes de arrebatos alcohólicos que se prolongaban durante días. En tales excesos, era como si su mente abandonase su cuerpo. A principios de verano recibimos la llamada que tanto temíamos: Tomasz estaba ingresado en un hospital de Newark, incapacitado, agonizando de cirrosis. Moriría en cuestión de horas.
Llegamos a Newark con el bebé y corrimos al hospital en plena ola de calor, con temperaturas que rozaban los cuarenta grados. Era poco después de medianoche y estábamos exhaustos. Al principio, el personal del hospital no tenía ni idea de quién era Tomasz. Luego nos dieron un número de habitación. Me ofrecí a subir primero con el bebé para que pudiese ver a su nieto antes de morir. Karolina tenía veinte años aquel verano, apenas era una adulta y había empezado a comprender que cuando su padre muriese se quedaría huérfana.
Subí en el ascensor y salí a un largo pasillo de puertas cerradas. La habitación del Tomasz estaba al final. Llamé, pero nadie respondió. Abrí la puerta, con el bebé en brazos, y entré en una habitación en penumbra en cuyo centro había una cama. En la cama yacía un anciano encogido con una docena de tubos insertados en el cuerpo. Me disculpé, salí y comprobé el número de habitación. Era el correcto. Volví a entrar. Aquel anciano era Tomasz. Estaba literalmente irreconocible a causa de la cirrosis. La morfina hizo que me mirase sin reconocerme. Me acerqué para intentar hablar con él pero estaba ido, sumido en su delirio. "



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