Tierra del Fuego (fragmento)Francisco Coloane
Tierra del Fuego (fragmento)

"Un día de principios de invierno arribó a Punta Arenas un barco tan deslastrado, que llevaba más de media paleta de la hélice fuera del agua; el casco plomizo, algo descascarado por la intemperie o por las faenas de pintura en alta mar, estaba surcado de grandes manchas de azarcón rojo, que semejaban heridas cuya sangre aún no se lograba restañar.
En sus prolongadas singladuras, generalmente estos vagabundos pasan de largo por el Estrecho de Magallanes, y si se detienen en el puerto lo hacen solo para arreglar algún desperfecto de sus máquinas o alguna avería vital.
Este pidió ser recibido por la capitanía de puerto; pero junto con el gallardete de la solicitud izó en el mástil de trinquete una bandera de grandes paños negros y amarillos, que quería decir «muerto a bordo».
Efectivamente, después que la lancha de la autoridad marítima se hubo desprendido de su costado, una chalupa fue arriada de los pescantes del barco y, tripulada por cuatro remeros y un patrón, se dirigió a toda boga hacia el muelle del puerto.
La embarcación atracó cerca del malecón, que a esa hora de la baja marea se encontraba bastante alejado del nivel del mar.
Dos de sus tripulantes treparon ágilmente por los pilotes hasta la plataforma, y los de abajo les lanzaron dos chicotes de soga que empezaron a recoger cuidadosamente, surgiendo desde el interior de la chalupa, como si fuera sacando desde el fondo del mar, un extraño cajón pintado de verde, que, aunque toscamente confeccionado, tenía la característica forma de una caja de muerto.
Fue depositado cuidadosamente en el borde del muelle y, luego de dejar asegurada la chalupa, subieron los otros tres marineros, le quitaron las amarras y levantándolo en vilo lo colocaron sobre los hombros de cuatro de ellos, y con el quinto por todo cortejo, se echaron a andar en busca de la salida del puerto.
Las calles estaban nevadas y los marineros tuvieron que marchar con cuidado, pisando inseguros, lo que les daba un cierto vaivén a sus hombros y al ataúd, cuyo color verde hacía recordar un trozo de mar llevado en hombros de esos marineros. "



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