Los incidentes (fragmento)Philippe Djian
Los incidentes (fragmento)

"No es que se arrepintiera de haberse rendido sin reservas a la aventura que, por cierto, clasificaba entre las mejores, sexualmente hablando pero medía su grado de peligrosidad. O más bien no medía nada en absoluto, se hallaba ante un abismo. Esa era la verdad. Sin saber qué pensar de los acontecimientos. De ese territorio desconocido que pisaba y del que no sabía nada él solo sabía de estudiantes, de especies maleables, sus conocimientos no iban más allá. Tenía que estar alerta. Myriam podía provocar cambios extremos, irreversibles. Su instinto lo captaba con claridad. Su cuerpo comprendía perfectamente bien el mensaje de la corriente que ella transmitía, esa vibración sutil. Su pensamiento, en cambio, parecía rechazar ponerse en guardia.
Justo antes de entrar en clase, Richard Olso lo paró en el vestíbulo y lo interrogó acerca de Marianne. «Me gustaría asegurarme de que haces lo que hay que hacer, amigo mío. Me gustaría estar seguro». Y añadió que la visitaría ese mismo día. Si Marc no tenía inconveniente. Los dos soltaron una risita al unísono.
El departamento había organizado una serie de intervenciones y encuentros con guionistas profesionales afincados en Hollywood y todo el mundo quería aprender a armar una serie o lo que fuese con tal de que generara millones y el privilegio de cenar en la misma mesa que Steven Spielberg y tomar cafés con Nicole Kidman. Aprovechó la deserción de sus alumnos para ir a que le cambiaran el tubo de escape, en previsión de unos desplazamientos más discretos, si se daba el caso. Seguramente, lo más sensato era no volver a verla y olvidarla lo antes posible, si es que le quedaba una pizca de sentido común.
Annie Eggbaum no era especialmente atractiva, pero podía ayudarlo a recuperar el equilibrio, si se decidía. Sus rasgos eran bastante ingratos, sin sabor, y tampoco brillaba por la calidad ni la originalidad de su trabajo, pero tenía una bonita silueta y usaba escotes cada vez más amplios a medida que avanzaba el curso.
Provisto de un tubo nuevo, volvió a su despacho. Estaba evaluando los textos que unos cuantos le habían entregado cuando Annie se inclinó hacia él, con los pechos por delante, y le imploró una vez más que le diera las clases particulares que tantísimo necesitaba. Y en ese sentido, no exageraba la pobre diabla no sería capaz de escribir una línea decente por sí sola. "



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