Con total libertad (fragmento)Zadie Smith
Con total libertad (fragmento)

"Under-song for a Cipher es tremendamente sustanciosa. Posee un virtuosismo similar al del búho, silencioso y sin pretensiones, pero letal. Sin haber cumplido aún los cuarenta, Yiadom-Boakye ha recorrido ya un largo camino en la senda de la «maestría», y no cabe duda de que llegará a su destino.
Ciertamente, la crítica de arte de las dos últimas décadas no ha sido amable con la maestría formal: la ha considerado intrínsecamente sospechosa (un mensaje que los propios artistas se han apresurado a captar). En un ensayo sobre Yiadom-Boakye, «The Meaning of Restraint» [El sentido de la contención], el crítico cultural francés Donatien Grau opinaba: «Podemos percibir el virtuosismo en cada centímetro de estas pinturas, pero siempre sutil, nunca expuesto flagrantemente. La artista ha decidido no abandonarse en la extravagancia representativa, ser discreta en la demostración de su competencia pictórica.»
Pero esos tiempos se han acabado: en esta exposición hay virtuosismo flagrante, oculto a plena vista, y la contención se ha desplazado a la dimensión narrativa, que ahora sólo nos ofrece justo lo que podemos necesitar como punto de partida para nuestras propias proyecciones creativas, ni más ni menos. Muchos críticos han advertido que este regreso a la «competencia pictórica» es particularmente notable en los artistas negros, ¡y qué extraño que ellos sean la puerta de acceso —el permiso requerido— para volver a lo figurativo y a la posibilidad del virtuosismo! El porqué de esto es una cuestión espinosa, y Yiadom-Boakye, en la entrevista con Beckwith, demuestra solapadamente tener conciencia de sus implicaciones: «¿Cuántas veces habré oído decir a alguien “Tienes suerte: naciste con un tema”. Vaya, ¿y quién no?»
He ahí un elogio habitual con doble sentido: «Ser negra está de moda, ¡qué suerte la tuya!» Lleva implícito el resentimiento de la Paloma Escéptica, de aquel que, típicamente, va y dice sin rodeos: «Si en estos cuadros se retratara a blancos, ¿habrían atraído la misma atención y cosechado el mismo éxito?» (En 2013, Yiadom-Boakye fue finalista del Premio Turner, y en los últimos años sus cuadros han empezado a subastarse por precios que rondan los setecientos mil dólares.) Bueno, no hay duda de que lo nuevo tiene un prestigio estético, y eso es algo que cualquier artista inteligente hace bien en explotar. Pero lo que Yiadom-Boakye hace con pintura marrón y gente de piel marrón es indivisible: todo el mundo nace con un tema, pero éste sólo se expresa plenamente a través del compromiso con la forma, y Yiadom-Boakye está tan comprometida con su caleidoscopio de tonos marrones como Lucian Freud lo estaba con el azul de las venas y los amarillos macilentos y los morados que acechaban bajo toda aquella carne rosada, y que fue la obra de su vida revelar. En su caso, a nadie se le ocurrió separar forma de contenido, y la obra de Yiadom-Boakye es, entre otras cosas, una tentativa de insistir en las mismas unidades estéticas que los artistas blancos dan por sentadas. "



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