Kusamakura (fragmento)Natsume Soseki
Kusamakura (fragmento)

"Caí en la cuenta de que había sido un error intentar plasmar una vivencia tan abstracta en un dibujo y dejé el lápiz sobre la mesa. Pero las personas no somos muy diferentes unas de otras. Alguien debe de haber sentido algo parecido a lo que yo sentí. Alguien habrá tratado de plasmarlo artísticamente de una u otra forma. Pero ¿cómo?
¿Quizás mediante la música? La palabra relampagueó de repente ante mí. Por supuesto, la música era la voz de la naturaleza que, engendrada por la necesidad, había sido dada a luz en circunstancias semejantes. Me doy cuenta ahora por primera vez de que la música es algo que hay que escuchar y aprender. Pero, por desgracia, yo apenas conocía nada de esa forma de comunicación.
A continuación me dio por pensar si en poesía daría resultado lo que conseguía en pintura o música. Y me adentré en este tercer dominio. Creo recordar el argumento de Lessing: decía que la poesía solamente se puede ocupar de aquellos acontecimientos que son relevantes a pesar del paso del tiempo, y estableció así el principio básico de que poesía y pintura son dos artes completamente diferentes. Vista desde esa perspectiva, no parecía que la poesía fuera apropiada para el estado de ánimo que yo había tratado de expresar tan ansiosamente. Quizás el tiempo era un factor que contribuía a producir la felicidad que afectaba hasta las profundidades de mi alma. Pero no había en mi condición presente ningún elemento que tuviera que seguir el curso del tiempo de una etapa a otra. Mi felicidad no se debía a que un acontecimiento sucediese al anterior y, a su vez, fuese seguido por otro que en su momento cediese el paso a un cuarto. Mi felicidad provenía de la atmósfera que empapaba mi entorno. Una atmósfera de invariable intensidad, que había permanecido conmigo allí en aquel lugar desde el principio. Estas palabras, «permanecer conmigo en aquel lugar», son las que importan. Significan que, aunque yo hubiera tratado de traducir este ambiente al medio común del lenguaje, no habría necesitado colocar en orden cronológico los elementos que lo habían creado. Bastaría con haberlos dispuesto como formando parte de un cuadro. El problema era qué aspectos de mi entorno y qué sentimientos debería utilizar para representar un estado de ánimo tan amplio y difuso. Sabía, sin embargo, que, una vez seleccionados, servirían para producir una poesía admirable, dijera lo que dijera Lessing. No interesa aquí plantear cómo habrían usado la poesía Homero o Virgilio. Si aceptamos que es apropiada para expresar determinado estado de ánimo, debería ser posible, con tal de cumplir los mínimos requisitos del arte gráfico, producir una pintura verbal de esa vivencia, sin hacerla esclava de la temporalidad y sin la ayuda de una trama de acontecimientos que se sucedan en progresión regular.
Pero dejemos ya de argumentar contra Lessing. He olvidado ya la mayor parte de su Laocoonte, y es posible que, si lo releyera con cuidado, encontrase que confirma mis intuiciones. En todo caso, había decidido probar suerte con la poesía, ya que había fracasado en la pintura. Me senté balanceando mi cuerpo hacia delante y hacia atrás a fin de encontrar la mejor postura para escribir, pluma en mano firmemente frente al papel. Durante un rato, sin embargo, por más que lo intenté no conseguí empezar a escribir. Como cuando a uno se le olvida el nombre de un amigo: lo tienes en la punta de la lengua, pero no acaba de salir. Y, sin embargo, sabemos que, si no seguimos esforzándonos por recordarlo, se quedará perdido en la trastera de la mente. Justo esto es lo que uno siente cuando se pone a componer poesía. Lo ilustraré con un ejemplo concreto. Cuando uno quiere amasar pasta y mezcla la harina con el agua, al principio la mezcla no opone resistencia a los palillos que la baten. Mas poco a poco comienza a espesarse y se empieza a notar la resistencia al movimiento de la mano. Sin que apenas nos demos cuenta, la mezcla se va aglutinando hasta hacerse tan densa que casi no se la puede remover. Finalmente, la pasta queda tan espesa que se pega a los palillos y los deja embadurnados. "



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