Fronteras del ensayo (fragmento)Liliana Weinberg
Fronteras del ensayo (fragmento)

"La experiencia poética es entonces irreductible a cualquier otra, aunque presenta analogías con la religiosa y mágica en cuanto permite transitar de la soledad a la comunión. El joven Paz que escribe estas líneas es perfectamente consciente de la revolución poética del siglo XX como es también particularmente perspicaz a la hora de releer a los poetas místicos que intuyen la suspensión del tiempo y buscan alcanzar el sentido total a través del silencio. Pero está además al tanto de los hallazgos de las vanguardias y los nuevos conceptos aportados por la etnografía y la fenomenología de las religiones. En primer lugar, uno que es central: el de participación. Un concepto que Paz tratará de trasladar con gran perspicacia de la etnografía a la poesía y particularmente a la metáfora. Otro tanto hará con la posibilidad de vincular la idea de tiempo y ritmo, como lo trataron Hubert y Mauss para la fiesta, y él lo hará para la poesía: el ritmo permite romper la sucesión temporal y hacer regresar el rito, el mito y la magia.

La idea de “participación” planteada por primera vez de manera explícita por Lucien Lévi-Bruhl —y aun cuando el propio estudioso francés fuera criticado por esbozar una idea de “mentalidad primitiva” diferente de la del hombre moderno— resulta desde mi punto de vista una categoría fundamental para entender no sólo ciertos procesos de vinculación analógica profunda entre las esferas de la realidad que postula Paz, sino también el trasfondo de la propia operación metafórica, y ayuda a comprender su preocupación por el vínculo del individuo con experiencias comunitarias calificadas como el ritual y la fiesta. Por su parte, Hubert y Mauss, en su estudio del calendario cíclico y la fiesta, habían llegado a otro concepto fundamental: el de “calificación”, en cuanto irrupción del tiempo sagrado, calificado, cualitativamente diverso, en la práctica social. Recordemos que Paz hace mención explícita de Mauss, Lévi-Bruhl, Caillois, Lévi-Strauss y otros importantes representantes del pensamiento etnológico francés en ensayos como El arco y la lira, y evocará también nombres como el de Paul Rivet en su Itinerario.

Las primeras intuiciones de Paz confluyen con las preocupaciones de la etnología francesa. Estas lecturas, que dan la cifra etnológica del mundo de correspondencias que estaba explorando ya, desde Baudelaire, la poesía, tendrán mayor peso en los primeros años de su formación que las obras de la antropología norteamericana (aun cuando Paz leyó sin duda a Campbell, a Frazer y muy probablemente a otros grandes estudiosos de la cultura), que se difundieron en el medio latinoamericano gracias a las traducciones pioneras que publicó el Fondo de Cultura Económica. Fue Paz gran lector de Roger Caillois, quien plantea el esto es aquello del pensamiento analógico. Es además fundamental su vínculo con la línea del surrealismo etnográfico francés.

No debemos olvidar tampoco que la obra de Paz entabla un diálogo implícito con los grandes debates de la intelectualidad mexicana de esos años, y particularmente con la figura central de Alfonso Reyes, quien a su vez muestra una profunda preocupación por la renovación de la historia y la reformulación del concepto de cultura. Al estudiar los orígenes del pensamiento occidental, Alfonso Reyes había anotado una idea fundamental: a partir de la crítica griega se produce una escisión capital entre la palabra y el mundo; se quiebra esa primera forma de participación entre el nombre y lo designado. A partir de allí el ser humano comenzará sentirse a la vez más precario y más fuerte, en cuanto perderá la inocencia que garantizaba sin más su integración total al mundo pero ganará la malicia del conocimiento y la posibilidad de indagar ámbitos hasta entonces desconocidos: “la palabra va en busca de la palabra”.

Nos interesan estos nuevos elementos que aporta Paz para una comparación entre prosa y poesía: la experiencia poética se presenta como irreductible a cualquier otra, aunque poseedora de una profunda raíz mágica, religiosa, erótica, en cuanto existe una participación profunda, un diálogo entre el poeta y el mundo, la posibilidad del mostrar y del nombrar sin mediación de la razón, que permiten pasar de la soledad a la comunión y superar las restricciones del tiempo. "



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