En el EdénRosmarie Waldrop
En el Edén

"Inalcanzable, dice ella, la izquierda del margen izquierdo. Un momento suspendido. Como si no invitara a morder la manzana. Jardín atrapado como en ámbar por una fuerza gravitacional extra. Una esfera con la belleza de las superficies curvas que parecen planas e infinitas. Aunque puede agrietarse. Surgida razón, bisagra o clavo.
Incluso un atractivo jardín, dice él, es melancólico. Como los bisontes de la pintura de la caverna, los dioses fálicos africanos, los frescos hallados en Pompeya. Como si pudiéramos adentrarnos en una imagen de lo que hemos perdido. Apretado ajuste de pinos y manzanos en un césped salpicado de una fina veleidad de glorias matutinas. No somos águilas volando en lo alto, dejando cada hoja como está, pero al menos no tememos volar junto a los gorriones. Y multitudes de insectos. El sol explícito, o tal vez el desgaste inherente oculta nuestro acto, y volvemos a caer en el viejo cuento.
El tiempo, dice ella, por todos lados. Sin orillas. Nos ahogamos si ponemos un pie allí, aunque estamos obligados a hacerlo. Tan incurables como el protón y el neutrón están ligados al oscuro mundo del núcleo. Y una vez que aprendemos a respirar en el choque del agua el deseo se apresura, se apodera de nuestros pequeños gestos como de una vela. Pero al borde del cuadro caemos. Y nacen. En todas las direcciones.
Un núcleo común, dice él, pero diferentes números de enlaces dobles. La tierra absorbe semen sin sacar conclusiones. Un dedo enguantado dice toca y no me toques. Pero ¿quién podría vivir entre los ornamentos forzados por la abstinencia? ¿Quién podría ser tan minucioso? "



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