Rehenes (fragmento)Nina Bouraoui
Rehenes (fragmento)

"En el coche policial pensé en mi madre y reconocí que no sabía nada de su vida, de su verdadera vida, de la vida con mi padre, de lo que sentía por nosotros. Creo que era desgraciada, pero aguantó, como yo con mi piedra en el zapato. Siguió caminando, educándonos. Se quedó con mi padre porque en aquella época la gente no se divorciaba. Continuó por su senda trazada, sin desviarse, cumplió sus tareas, sus deberes de mujer, y luego falleció sin haber abrazado ni conocido la locura del amor, esa que te hace cruzar el país de punta a punta para encontrarte con el otro. La que te causa un estremecimiento en el estómago y un temblor en las manos. La que vemos en las películas y que debe de existir en alguna parte porque todas las historias se inspiran siempre en hechos reales.
De pronto, todo se iluminó en la noche. Era la ciudad, la gran ciudad, Burdeos, ahí acababan la autopista, la carretera nacional, mi pueblo de mierda, mi cocina y las tazas de café, mi cama, mis sábanas frías, el amanecer con Andrieu, los días idénticos, mi insignificante vida de insignificante cincuentona separada, como tantas otras. Yo era alguien vulgar y corriente y lo sabía, siempre lo he sabido. Me conformaba con ello. No envidiaba nada de nadie ni he tenido celos de nadie. Aceptaba mi banalidad. Siempre hay alguien que está peor que tú, siempre hay algo que es peor que lo tuyo.
Las luces de la calle empezaban a iluminar mis piernas en el coche y me sentí más de carne que de costumbre. Todo empezaba a abrirse, precisamente ahora que a mí me iban a encerrar. Todo brillaba. Esa era la verdad, veía luz por todas partes y yo, por fin, iba a poder mirar mi secreto de frente, incluso a aceptarlo, a tener plena conciencia de él, a sumergirme en él como en un océano, zambullirme en sus aguas y sentirme limpia de una vez por todas. "



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