Los diputados por Cuba en las Cortes de España (fragmento)Elías Entralgo
Los diputados por Cuba en las Cortes de España (fragmento)

"Cuba no tuvo diputados ante las Cortes hispánicas por virtud de ningún movimiento vernáculo; sino por una serie de acontecimientos ocurridos en su metrópoli de entonces, que a su vez tenían origen en el otro lado de los Pirineos. Es que la mente humana, tan fecunda en las obras del arte, de la filosofía y de la ciencia, suele ser escasa en la producción de instituciones políticas. ¡A qué profunda meditación no se presta ese fenómeno de que los hombres, conocedores de tantas cosas, no hayan sabido darle mucha variedad al invento de organismos para su propio gobierno! De ahí que, políticamente hablando, la historia transite de una civilización a otra, ande de aquella a esta cultura, por un camino empedrado de mimetismos. España no sería una excepción de esta regla con respecto a Francia en la última década de la centuria décimo octava y en los primeros lustros del siglo XIX. En realidad ningún pueblo del continente europeo escapó, en favor o en contra, a la profunda sacudida de la Revolución Francesa. Lo que hacía peculiar la situación de España es que ésta no se encontraba en condiciones para seguir las nuevas ideas ni tampoco para oponerse a ellas. Como en tantas otras etapas de su historia y de su cultura el dejarse llevar por la tradición podía mucho más en la vida española que el llevar la convicción. Sus historiógrafos más veraces y sinceros aseguran que aún los hombres públicos considerados en aquella época como progresistas propugnaban la monarquía. Y este régimen de gobierno no podía hundir a la nación bajo el lastre de una política peor. La interior era unilateral, ciñéndose a defender los intereses de la realeza, mediante la improvisación, la inexperiencia y la incapacidad del primer ministro, el favorito Manuel Godoy. La política exterior, en aquellos momentos absorbida por las relaciones con Francia, fue vacilante con la Asamblea Constituyente y la Legislativa, temerosa con la Convención, sumisa con el Directorio y abyecta con el Consulado y el Imperio. Los resultados de tales maneras de gobernar se patentizaron en las finanzas públicas, caídas en crisis por las guerras y el abuso de la acumulación de los altos sueldos, y obligadas a acudir a los expedientes crematísticos a que siempre apelan los países que no están dirigidos por la savia de los estadistas: los empréstitos, el aumento de los impuestos en número y en cantidad recaudable, el reajuste... Ahora bien, en medio de la desorientación nacional no se extraviaba el mantenimiento de la herencia psíquico social; y algunos aspectos contradictorios en el carácter de ese pueblo conservaban sostenida vigencia. Mencionaré el más representativo, acaso por su estrecha vinculación con lo político desde que con la invasión visigoda los españoles admitieron la forma gubernativa que hace residir el poder supremo en el príncipe: la infidelidad al rey coincidiendo con la lealtad a la monarquía. Fernando, en sus ambiciones a ser el VII de este nombre, sería ahora el vehículo de la paradoja insigne. "


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