El truco de los ojos (fragmento)Laura Riesco
El truco de los ojos (fragmento)

"Marcela traía su David Copperfield, marcado en ciertas páginas con tiras de papel secante en las que con un lapicero muy fino había copiado unas palabras del texto aunque el intento era vano porque la tinta se había dispersado de todas maneras y los signos resultaban ilegibles, juntas, cabeza con cabeza, leían especialmente aquello de la despedida de la madre y entonces se ponían a llorar hasta que a una de ellas las lágrimas ya no le caían por más que tratara. No podía recitar tan bien como el tío Miguel. Sus ojos empequeñecidos por los lentes se ennegrecían aún más y la frente tan parecida a la de Eulalia se arrugaba apenas haciéndolo mayor y más querido. Eulalia venía al comedor ¿vas a quedarte a comer con nosotros? El recogía sus cigarrillos y tenía reunión del partido esa noche.
Eulalia de pie en la puerta se apenaba te estás metiendo en camisa de once varas Miguel y para qué el mejor día te deportan, se volvía dura hacia ella tú no te asustes y anda a jugar siempre escuchando lo que no debes. Se iba a la pieza contigua al salón más grande, ese cuarto pequeño que tenía sus tres gradas florecidas y donde estaban puestas en orden las muñecas de biscuí que no hay que tocarlas porque se pueden romper y se las trajeron a la tía desde Francia cuando vino a estudiar a Lima y lloraba echando de menos la hacienda en la sierra. Ella tocaba con la yema de los dedos ligeramente, casi sin sentir, los vestidos de tafeta amarillenta y los encajes apolillados.
Podía jugar con el chumbeque negro que tenía los ojos inmensos, pintados de blanco y una sonrisa muy cómica.
Los ratones le habían comido ambos talones y no se podía tener de pie, andaba tirado de cualquier manera en un rincón había un estante con mil cosas minúsculas, bailarinas de porcelana, cisnes de cristal, retratos tan diminutos que se hubieran podido usar de medallón y muelles de filigrana. "



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