El último barco (fragmento)Domingo Villar
El último barco (fragmento)

"La mujer alta dejó de leer, se tumbó boca arriba y notó que le vencía el sueño. Incluso con los ojos cerrados, sentía el destello del sol en los párpados. Le gustaba la soledad de aquella playa en la que podía pasar las horas sin otra compañía que el libro, el rumor de las olas y el canto de las aves que tenían su nido entre las dunas.
Aún no se había dormido cuando creyó percibir una risa de niño. Se incorporó y vio la sombra de un pájaro que se movía en la arena. Levantó la mirada y lo vio pasar planeando con las alas muy quietas. Detrás, con los brazos levantados como si pudiese alcanzarlo, había llegado corriendo el chiquillo. Se había detenido al descubrirla entre las dunas y ahora la miraba fijamente con sus grandes ojos oscuros. Tendría unos ocho años y solo llevaba puesto un traje de baño verde mar. En el lugar en que debía estar su mano izquierda no había más que un muñón.
La mujer alta miró la mano que no estaba y atrajo hacia sí su cesta. Aún debía de quedarle una manzana en algún sitio.
—¿Quieres una manzana? —preguntó, enseñándosela.
El hombre que iba con el niño apareció sobre la duna unos segundos después. Su sonrisa también se transformó en sorpresa al tropezarse con ella.
—¿Puedo darle una manzana? —consultó la mujer alta, después de cubrirse con el pareo.
Antes de que el hombre pudiese contestar, el niño se le acercó y estiró su única mano. Luego, sosteniendo la manzana en alto como un trofeo, se perdió tras la duna para siempre. "



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