Los abrazos oscuros (fragmento)Julia Montejo
Los abrazos oscuros (fragmento)

"Hubo un tiempo en el que quería estar todo el rato borracha. Los segundos presentes y los venideros se me hacían insufribles. Luchaba contra las resacas con grandes dosis de agua, ibuprofeno y, si mis compromisos profesionales me lo permitían, con más alcohol. Vino, whisky y coñac. Siempre he sentido predilección por el coñac. El auténtico, claro. Y dentro de los coñacs, los maduros, los Napoleón. Era tan conocida mi pasión por esta bebida que, en cierta ocasión, un jeque agradecido me regaló en Dubái una botella de Jenssen Arcana. No entiendo por qué el coñac se ha popularizado como bebida de hombres. Bueno, en realidad sí, pero eso merecería una reflexión que ahora no viene al caso.
Por fortuna, descubrí este placer al tiempo que mi trabajo era valorado con tanta generosidad como estupidez. El dinero llegaba como por arte de magia, y con la misma facilidad se iba. Yo, a pesar de mi éxito, estaba convencida de que no se podía vivir más intensamente, ni ser más desgraciada. Me equivocaba. Ahora soy consciente de que, en aquella época de los noventa, eran los sueños, los ideales inalcanzables, los que me estaban matando. La esquizofrenia que me producía el desempeño de mi profesión en los infiernos del planeta, y la facilidad con la que yo, y solo yo, regresaba a casa en preferente, dejando atrás seres humanos arbitrariamente castigados. O quizá no fuera el choque entre el mundo de la abundancia y el de la miseria. Quizá era solo yo. Yo y mi libertad no digerida. Y ese momento especial en que una se percata de que por sí misma, no puede. Que el mundo se mueve solo, que nadar a contracorriente solo te convierte en una mujer exhausta y desesperanzada. "



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