Dulce hermano de los arietes, de Todas mis cosas en tus bolsillos "De niño, papá despeinaba mi copete para que yo me enojara como un hombre. En los pesados trabajos de su taller de hierros forjó rudamente mi cuerpo. A los quince años mis piernas sostenían sin dificultad una nevera, y en mi pecho hubiesen podido llorar dos o tres muchachas. Allí mismo, en los sucios almanaques Texaco que envejecían sobre las paredes, él me enseñó el amor por las mujeres desnudas; y asomado a la puerta de las cantinas donde a veces bebía, aprendí la manera de aprovecharme de ellas. «Pero llegado el día en que tu madre enferme de muerte —me decía ebrio mientras los llevaba a casa—, será justo que prefieras cuidar de tu esposa». Sin preguntar nada, un día celebró las heridas de mi primera riña y, sonriendo, descargó un puño sobre mi pecho. De alguna manera él supo entonces sobreponerse al miedo, y hoy, a mis diecisiete, presumo de poder llegar tarde a casa. Oh, Diego, en largas jornadas papá hizo de mí una fortaleza. Y es una maravilla cómo se sostienen sus muros ahora que entras en mí como un duende, y podemos a solas jugar y amarnos como dos niños. " epdlp.com |