No pienses en un elefante (fragmento)George Lakoff
No pienses en un elefante (fragmento)

"La mayoría de los posibles mártires islámicos no sólo comparten estas creencias sino que se han criado dentro de una cultura de la desesperación; no tienen nada que perder. Si se acaba con esa pobreza, se acaba con lo que ali­menta a la mayoría de los terroristas, aunque los terroris­tas del 11-S tenían dinero. Cuando la Administración Bush habla de acabar con el terror, no parece que hable de aca­bar con las culturas de la desesperación ni con las condi­ciones sociales que conducen a alguien al martirio.
Lyman Princeton, del Instituto de Aspen, ha hecho una propuesta importante: que la coalición antiterrorista mun­dial que se está creando debería afrontar las causas de las condiciones que se dan en el mundo real. Es necesario afrontar, país por país, las condiciones (tanto materiales como políticas) que conducen a la desesperación, con el compromiso mundial de ponerles fin. Habría que hacerlo porque es una parte necesaria de ese afrontar las causas del terrorismo, y porque es de justicia. La coalición que se formara debería convertirse en una institución global que operase a largo plazo con este propósito.
¿Qué decir de la primera causa: la visión islámica radi­cal del mundo? Que la acción militar no la podrá cam­biar. Que la acción social no la podrá cambiar. Las visio­nes del mundo viven en la mente de las personas. ¿Cómo pueden cambiarse esas mentalidades —si no las de hoy, al menos las de mañana? Occidente no puede. Esas men­talidades sólo pueden cambiarlas los musulmanes mode­rados y liberales: clérigos, profesores, ancianos, miem­bros respetados de la comunidad. Los hay, y no son pocos. Dudo de que estén bien organizados, pero el mundo necesita que se organicen bien y que sean efica­ces. Es vital que los musulmanes moderados y liberales lleguen a unir sus voces para pronunciarse en contra del odio y del terror. Recordemos que talibán significa «estu­diante». Hay que sustituir a quienes transmiten la ense­ñanza del odio en las escuelas islámicas, pero nosotros, en Occidente, no podemos sustituirlos. Esto sólo puede hacerlo un islam organizado, moderado y no violento. Occidente puede sugerirlo y ofrecer amplios recursos, pero nosotros solos no podemos llevarlo a cabo. Depen­demos de la buena voluntad y del coraje de los líderes islámicos moderados. Para conseguirlo tenemos que mostrar nuestra buena voluntad empezando por ocupar­nos seriamente de las condiciones sociales y políticas que conducen a la desesperación.
Sin embargo, un gobierno conservador, que piensa que el enemigo es el mal, no tomará en serio las causas funda­mentales. Sólo buscará las instrumentales. Pero si no se ocupan de las causas fundamentales, se seguirán engen­drando terroristas.
(…)
Es posible que un oponente no sea sincero cuando su verdadero objetivo no es el que dice. Hazle ver con educación cuál es ese objetivo, y después reenmarca. Ejemplo: Imagina que empieza proponiendo menos gobierno. Dile que los conservadores en realidad no quieren menos gobierno. No quieren suprimir ni el Ejército, ni el FBI, ni los Ministerios del Tesoro y de Comercio, ni los nueve o diez Tribunales que defienden la legislación corporativa. Lo que les gusta es un gobierno grande. Lo que realmente quieren suprimir son los programas sociales -los programas que invierten en la gente para contribuir a que sean las personas las que se ayuden a sí mismas. Esta postura contradice los valores sobre los que se fundó el país —una comunidad en la que las personas se unen para ayudarse unas a otras. Desde John Winthrop en adelante eso es lo que nuestro país ha defendido siempre.
Es posible que tu oponente utilice un lenguaje que quiere decir lo contrario de lo que dice, es decir, el llamado lenguaje orwelliano. Toma nota de su debilidad en esta cuestión. Utiliza tú un lenguaje que describa con precisión lo que él está diciendo, para enmarcar la discusión a tu manera. Ejemplo: Imagínate que citas la «Iniciativa de los Bosques Sanos» como un enfoque equilibrado sobre el medio ambiente. Comenta que debería llamarse «No queda un árbol», porque eso permite talarlos todos y fomenta que se corte al ras todo lo que hay alrededor, lo cual es destructivo para los bosques y para los seres que viven en su hábitat. Utiliza la expresión para indicar que a la gente le gustan los bosques, que no quiere que se los corte y que la utilización de una expresión falsa ponga de manifiesto la debilidad del asunto.
La mayoría de la gente quiere preservar la grandeza de América, no destruirla.
Recuerda, una vez más, que nuestra meta es unir a nuestro país en torno a nuestros valores, los mejores entre los valores tradicionales americanos. Los ideólogos del ala derecha quieren dividir a nuestro país mediante una fea guerra cultural. Viven de la discordia, del grito, del insulto, de la humillación. Nosotros ganamos con un discurso civilizado y una conversación abierta y respetuosa. ¿Por qué? Porque es un ejemplo del modelo nutriente y protector en el ámbito de la comunicación, y nuestra tarea es evocar y mantener ese modelo. "



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