Intemperie (fragmento)Jesús Carrasco
Intemperie (fragmento)

"De repente, el niño se sorbió los mocos, se levantó y, agarrando a una de las cabras, se la puso delante al viejo sin deshacer siquiera la cadeneta de cencerros. Luego, se sentó junto a él y esperó mientras el hombre colocaba la lata en su sitio. Cuando estuvo lista, el pastor le pidió al chico que agarrara las ubres. El muchacho formó dos puños huecos y con ellos rodeó los pezones y apretó. Entonces el pastor le cogió los pulgares y se los colocó de tal forma que las uñas empujaban los pezones contra el interior de los otros dedos. Envolvió con sus manos las del chico y, sin decir palabra, manipuló las tetas haciendo que la leche saliera despedida. Y así, mediante esa imposición, el viejo le transmitió al muchacho el rudimento del oficio, otorgándole en ese instante la llave de una sabiduría perenne y esencial. La que extraía leche de las entrañas de los animales o hacía que de una espiga pudiera brotar un trigal. En poco rato llenaron la lata y la alcuza, dejando secas a las cabras. Reservaron la aceitera para que el viejo desayunara al día siguiente y se bebieron la lata entre los dos. Más tarde, montado ya sobre el burro, miró por última vez al pastor, que permanecía recostado. Tenía la barba llena de regueros de leche seca. Parecía dormido o inconsciente. Un fino hilo de brisa le recordó que, durante un buen rato, su cara había sido un astro incandescente. "


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