Los grandes placeres (fragmento)Giuseppe Scaraffia
Los grandes placeres (fragmento)

"Los buscadores de estampas coinciden a menudo con los de libros, que asoman la cabeza para avistar los volúmenes menos visibles, dejándose acariciar por las litografías oscilantes al viento. Un papel transparente, brillante como una mirada conmovida, protege y realza las cubiertas. Sobre su lisa superficie está indicado el precio, a menudo asequible, mientras que sobre el lomo superior puede leerse el nombre del autor. Sin embargo, frente a tanta abundancia, se acaba presa de una especie de vértigo que hace olvidar el propósito prefijado, dejando surgir nuevos deseos y extravíos.
Los libros, que aguardan pacientes a ser reconocidos, tienen una característica particular. Raras veces están en perfecto estado de conservación, como los de las innumerables librerías de viejo de la ciudad. Algún pequeño defecto, un desgarrón, una irredimible rugosidad los ha hecho descender a la categoría de segunda mano. Si el tafilete púrpura de la Revue de Paris de un amigo de Flaubert, Maxime du Camp, está intacto, es solo porque de sus seis volúmenes han sobrevivido únicamente cinco. No obstante, el cliente los compra a un precio a todas luces conveniente, confiado en tropezarse un día con la oveja perdida. Puede que ya nunca sea aquella, devorada por ratones decimonónicos o reducida a jirones por un antiguo niño, sino otra, tal vez ni siquiera encuadernada. En cualquier caso la satisfacción será inmensa.
Anatole France recorría ansiosamente a diario los senderos de los quais, las orillas del Sena. Le parecía que los vendedores, azotados por los elementos, habían acabado pareciéndose a las estatuas corroídas de las catedrales. "



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