La voz de una jovencita no se rompe, se hace más firme "-Para Kinna IV- Te recuerdo a los cuatro, a los siete y a los once años. Tu voz de bebé: era tanto real como fingida me decía (o más bien gimoteaba levemente) cuánto me extrañabas, y quién te había hecho o dicho qué, mientras yo no había estado… Ahora tu voz llega abruptamente por los cables, a través las ondas de radio y por encima de la tierra reportando lo bien que está todo en casa, y ordenándome que sólo me relaje y me preocupe por el asunto por el que viajé hasta aquí. Y claro que, si me extrañaste, no estabas ni si siquiera en vías de revelarlo. Jovencita, … pues ya no me atrevo a llamarte niña – tal vez cuando estamos preocupados por nuestras existencias normales, con sus tensiones y necesidades, no me doy cuenta de los cambios que han sucedido en ti. Pero cuando me voy y los teléfonos lo permiten, sí. Las medidas de tu crecimiento golpean confiadas a las puertas de mi percepción y se anuncian en términos más que seguros. Por supuesto, Sólo hablamos de los datos de una. Pero si la tuya es algo para seguir, entonces de seguro, a medida que crece y de niña se convierte en mujer, la voz de una jovencita no se rompe: se hace más firme. " epdlp.com |