Penal de Ocaña (fragmento)María Josefa Canellada
Penal de Ocaña (fragmento)

"Por la calle de Alcalá avanzaba esta mañana una manifestación de mujeres que gritaban y alborotaban mucho. Si pidieran la paz, me uniría a ellas; pero piden odio y muerte.
¿Qué locura se ha apoderado de los hombres? ¿En nombre de qué, blancos o rojos, tenéis derecho a quitar la vida? ¿Por qué?
Algún día Dios querrá mandarnos su paz, y yo podré decir entonces: «Ayudé a mis hermanos. Ayudé a los que sufrían. Resistí el frío, el olor a sangre, a pus, a fenol, todo junto. Señor, Señor. Tú mi ayuda, ahora y siempre. Aquí me tienes, Señor. ¿Yo también fui roja?».
Yo daría un brazo, y una pierna y un ojo, porque se acabara esta locura. Que nuestra juventud se muere destrozada por la metralla. ¿No es una locura el que estos muchachos sanos, repletos de vida, tengan que morir así, sin ninguna enfermedad, nada más que porque hayan desgarrado su carne? Que nos socialicen a todos, que nos mecanicen, que nos vistan con mono y nos hagan trabajar, pero que vivamos.
Los míos son todos, los vencidos, estos pobres campesinos y pastores, que dan su vida —¡la maravilla sin nombre de una vida humana!— sin saber ellos tampoco para qué la dan.
Hay un duelo más fuerte y más hondo dentro de mi alma: ¿y los que caen frente al pelotón de los fusiles? ¿Y los que tienen que avanzar hasta el borde de su fosa grande, cavada ya? Cada uno con su humanidad despierta, y entera, y desvalida. Cada uno solo frente al último y definitivo paso de su cuerpo. Y yo sé que pasa esto. Y lo sabemos todos. ¿Y qué mares de flores, y qué diluvios de cantos y de victorias no harán falta para que olvidemos esto nunca ya? ¿Cómo podremos arrancar esto de nuestro ser de hombres, de humanos, irremediablemente ya? "



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