Concierto sin poeta (fragmento)Klaus Modick
Concierto sin poeta (fragmento)

"Vogeler espera hasta que el poeta desaparece por detrás de los arbustos de abedul de color verde claro y vuelve a sentarse con todo cuidado en el asiento del remo. Continúa con la pipa rellena en la mano, ahora se la enciende con un fósforo. «De alguna manera, ¿no había en el adieu de Rilke —piensa e inhala a fondo— una conclusión definitiva, burlona? Y ¿su propio adiós no había sonado ya a un último saludo?»
Sobre una isla de turba que se bambolea en el río hay dos gallos lira, uno frente al otro, con el plumaje del cuello ahuecado, el pico afilado dirigido al rival, pero antes de que el ritual de lucha de estas aves de plumaje oscuro se ponga serio, pasan dando vueltas sobre las aguas negras, como un sueño tardío.
Exhala el humo en el aire, sigue con la mirada las nubecitas que se disuelven en la nada del cielo estival. El sol está alto en su carrera, alcanza ya el mediodía. Agarra con resolución los remos y, con paladas vigorosas y regulares, regresa veloz al embarcadero. En los prados hay muchachas campesinas segando tocadas con sus capotas de una blancura reluciente. Amarra su barca, permanece sentado un rato en el embarcadero, se quita los zuecos y balancea los pies en el agua. En ese silencio se figura que el agua está hablándole. Es curioso. Siempre consideró que el agua era muda, siempre pensó que el reino de los indolentes peces era silencioso. Unas libélulas azules se deslizan veloces por encima del espejo brillante, capturan mosquitos y tábanos. Siempre pensó que el agua se bebe cuando se tiene sed, y que con el agua se lava cuando hay que lavar, y que el agua no es nada más que agua. Pero, de pronto, ese lenguaje del agua está ahí como una maravilla, como una historia que habla de algún tema, algo inmutable que destella como un astro, como la mica en la piedra. De pronto es consciente de por qué es tan difícil pintar el agua. En realidad es imposible. En el fondo no puede pintarse nada de lo que es real. En eso que le cuenta el agua del río flota algo de su infancia, algo de la época en la que su vida no debía medirse todavía en años, algo sin nombre que a veces viene por la noche, antes de que den inicio los sueños. Procede de los zarcillos y de las raíces del propio ornamento insondable y vegetal. Así se le figura hoy el agua, y su lenguaje no posee rimas, ni ritmo ni sentido. Justo el agua. Imposible de pintar. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com