La virgen de la Patagonia (fragmento)Jorge Baradit
La virgen de la Patagonia (fragmento)

"La coordinación es perfecta. Aurelia se acerca al paradero de los microbuses y allá, entre las lomas, a pocos cientos de metros, una columna de polvo indica que su nieta se acerca. Cinco años sin verla. Para ella no son nada, pero para una niña de dieciocho es casi toda la vida; de los juguetes al enamoramiento, de las peleas a las causas mayores, cambio de vida, de mente, de cuerpo, de objetivos, de todo. Es otra persona. La abuela está asustada. ¿Seguirá siendo su niñita, su pelotita, ahí adentro, en algún lugar? ¿O la va a ignorar? Ya distingue el bus azul cubierto de polvo que diariamente al mediodía se acerca a Río Rojo con dos o tres pasajeros, da la vuelta y regresa a Punta Arenas. ¿Y si ya no la quiere y vino solo por cumplir? La incertidumbre es tremenda. Está segura de que, si no le da un buen beso, se le va a partir el corazón. «Pero si casi la crie yo sola a esta cabrita, no puede tratarme así», piensa, mientras el bus ya está a pocos metros bajando la velocidad. El corazón le late a mil por hora. Su pelotita, ahora una mujer. El bus se detiene y la anciana mira hacia todas las ventanas y la puerta de atrás, y el primero que baja es el nieto de la Javiera, que estudia en Temuco; la segunda es la señora Antonia, que trabaja en Punta Arenas cinco días seguidos y después viene a ver a sus hijos y llora media hora cada vez; ahí se baja el Camilo; y ahí... qué grande y linda está, por Dios. Los ojos se le llenan de lágrimas y avanza hacia su niñita, que gira y el rostro se le ilumina con esos dientes blancos, iguales a los de su madre, por la chita.
(…)
La noche en la Patagonia se siente como el borde del mundo. Puedes ver sistemas estelares hundiéndose tras el horizonte. El mar trae consigo deshielos de glaciares o témpanos antárticos que permanecieron milenios encerrados en los estratos polares. Agua que no veía la luz desde antes que el ser humano comenzara a pararse en dos patas, partículas de polvo de meteorito, incluso bacterias que salen a un mundo completamente diferente a aquel en el que proliferaron. Pequeños animales tentaculares salidos de la ciencia ficción, seres que quizás hablan entre sí en idiomas del abismo, galaxias de plancton a la deriva en la negrura del océano más salvaje del mundo. Pero en los canales, el mar de la Patagonia besa sus costas con la calma del agua a punto de coagularse como un animal, paisaje cristalino de otro planeta.
Son las cinco de la mañana.
El silencio es casi absoluto, solo el sonido suave del agua lamiendo la tierra. "



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