La francotiradora de Stalin (fragmento)Lyudmila Pavlichenko
La francotiradora de Stalin (fragmento)

"Al principio de la calle se erguía un edificio imponente. Eran los talleres Arsenal, construidos durante el reinado de Nicolás I. Dicen que el propio zar puso la primera piedra en sus cimientos. Los muros tenían dos metros de espesor y dos pisos de altura, y los ladrillos eran de color amarillo claro, motivo por el cual los lugareños empezaron a referirse al edificio como la «casa de los azulejos». Pero ni los talleres ni la fábrica adyacente tenían nada que ver con delicados objetos de artesanía hechos de cerámica. Habían sido fundados por orden de la emperatriz Catalina la Grande y su construcción se había prolongado durante un largo período, de 1784 a 1803. Allí se fabricaron cañones, afustes para artillería, fusiles, bayonetas, sables, espadas y otras muchas piezas de uso militar. Durante la época soviética, las instalaciones también se especializaron en la producción de artículos necesarios para la economía: arados, cerrojos, carretas de dos caballos y equipamiento para molinos y refinerías de azúcar. La plantilla de Arsenal trabajaba con el máximo compromiso y, en 1923, recibió una distinción del gobierno de Ucrania: la Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Aquel edificio fabril me atrajo desde la primera vez que lo vi. Guardaba un extraordinario parecido con una fortaleza. De formas rectilíneas (una planta de 168 por 135 metros), con un gran patio interior, una torre, muros exteriores redondeados y un nivel inferior adornado con revestimientos decorativos de madera, era como salido de un grabado de una antigua batalla. Solo le faltaba un foso delante de los muros, un puente levadizo que lo atravesara y unos portones pesados vigilados por guerreros ataviados con armaduras relucientes. Después de pasar por algunas formalidades (como firmar una cláusula de secretos de Estado), a mi hermana y a mí nos reclutaron para servir en esta «fortaleza». A Valentina, de supervisora, porque ya había cumplido los dieciocho y tenía el graduado escolar, y, a mí, de trabajadora común debido a mi juventud (apenas tenía dieciséis años) y falta de aptitudes profesionales. Tardé medio año en adaptarme al ritmo de vida de la fábrica y en trabar amistad con otros trabajadores. Fui aceptada en la Liga Comunista Juvenil. En mayo de 1934 me trasladaron al taller de torneros, donde pasé un mes de formación, al cabo del cual me gané el derecho a trabajar sola, y pronto obtuve la calificación de tornera de sexto grado. Fue una época interesante. La fábrica Arsenal se transformó ante nuestros ojos. Se introdujeron nuevos tornos de fabricación soviética, se instalaron mejores equipos, entraron en vigor nuevas capacidades productivas y las viejas instalaciones fueron renovadas. Al ver los esfuerzos que hacían las autoridades para que la industria creciera, la gente de la fábrica respondía con más esfuerzo todavía. Por lo demás, los precios pagados por nuestros productos también subieron notablemente y los torneros de nuestro taller trabajaban a destajo. "


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