Islandia (fragmento)Austin Tappan Wright
Islandia (fragmento)

"Y así, pasamos de solo conocernos a entablar una amistad. Hubo ocasiones en las que no nos entendíamos, pero llegamos a descubrir que, charlando el tiempo suficiente, podíamos estar cómodos el uno con el otro. En verano Dorn se fue a Inglaterra para reunirse con un primo lejano que estaba estudiando en Oxford. Nos volvimos a encontrar en otoño, y me dijo que iba a seguir mi consejo y no se limitaría solo a estudiar, sino que se iba a apuntar a algún deporte. Como jugador de fútbol americano, Dorn era muy rápido; gozaba de una perfecta coordinación muscular y era sumamente fuerte, amén de inteligente. Disputó su primer partido a finales de octubre. El Harvard Crimson describió su juego como «rudo, pero poderoso», mientras que los entrenadores no cabían de gozo en sí. Jamás se lesionaba y nunca lo tuvieron que retirar del campo. Jugó como defensa durante tres años y fue el hombre más fuerte de nuestra línea. Era considerado por nuestros rivales como un salvaje, pero se sorprendían al comprobar que siempre hacía un juego limpio. Se tomaba el fútbol como un pasatiempo, asegurándose de no codearse solo con atletas, y sacaba siempre tiempo para compartir largos paseos y charlas conmigo. Era la antítesis del atleta. Dorn comenzaba a hablar poco a poco de Islandis, aunque el grueso de las conversaciones se centraba en América y en sus problemas. Historia y Economía eran sus asignaturas principales; Lengua y Literatura, las mías. Era sumamente ignorante en cuestiones fundamentales, y yo le resultaba muy útil en sus propios campos de estudio.
Compartimos habitación durante el primer año, junto a dos estudiantes con los que también entablamos amistad. Aquel fue un año muy feliz para mí. Gocé de cierto éxito literario, tuve muchos compromisos sociales y no excesivo trabajo.
A principios de primavera, Dorn comenzó a mostrar síntomas de morriña. Solía suspirar muy hondo, llenando los pulmones como si tratara de hacerlos estallar, y luego procedía a golpearse el pecho con el puño, como si este fuera un tambor, sin dejar de sonreír. Yo me sentía igual de raro. Llamaba yo a aquello mala fiebre de primavera, una expresión que a Dorn le agradaba, pero que matizaba diciendo que era fiebre del terruño. Solía preguntar si había granjas en los Estados Unidos a las que la gente de la ciudad pudiera ir. Recordé la pequeña granja de mi tía en Adams, junto a Berkshire. Ella siempre me pedía que fuera a visitarla, así que Dorn y yo pasamos allí un largo fin de semana. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com