Madrugada (fragmento)Gustavo Rodríguez
Madrugada (fragmento)

"Trinidad Ríos se había preparado todo el día para hacer esa llamada, pero su pulgar se mantenía quieto, como un soldado gordo que teme salir de su trinchera.
Por la ventana, el cielo de Lima ya mostraba su noche de invierno. Era la misma penumbra pálida con la que Trinidad se había levantado doce horas antes, con el número tenaz en la cabeza; la opacidad de una ciudad bajo nubes que jamás se precipitan, donde a 500 metros la luz explota en una película de Disney mientras en el suelo se desarrolla una película escandinava. En ese momento preciso, arrullada por la refrigeradora de su cocina, Trinidad se debatía en la intersección misma del claroscuro, y era adivinarse en ese punto medio lo que la tenía estática: el nudo entre la esperanza que tira de la soga por su lado y el miedo que tira del otro.
Encontrar el número en internet le había sido fácil, tan sencillo como encontrar consonantes en esta misma frase. Lo que por el contrario seguía siendo una tarea titánica era ordenar sus emociones ante el diagnóstico de los médicos. Una sola palabra en los análisis había bastado para ocasionar el derrumbe de un descomunal circuito de fichas en su interior, pero de esto será mejor hablar más adelante. Por ahora, habrá que conformarse con la imagen de su mano quieta y esos dígitos en la pantalla. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com