Sólo los muertos (fragmento)Alexis Ravelo
Sólo los muertos (fragmento)

"El Hotel Madrid era un vetusto pero agradable edificio. Su restaurante, con las paredes atestadas de fotografías de famosos y no tan famosos que habían pasado por allí (incluida, paradójicamente, la de Francisco Franco, que se había alojado en el hotel entre el 17 y el 18 de julio de 1936), tenía fama de ser el punto de encuentro de la intelectualidad, el artisteo y el rojerío de la capital. Pelándose del frío en una de las mesas de la terraza (en el interior habían prohibido fumar), Gloria y Monroy dejaban que la noche se les echara encima ante una botella de Barón de ley y un plato de queso frito con confitura.
El busto de Cairasco, aguantando sufridamente las cagadas de palomas y los balonazos de los hijos de los clientes de la terraza (que solían ir a esa plazoleta para soltar a los críos y hacerse los autistas finlandeses mientras que ellos se dedicaban a hacer la vida imposible a los transeúntes), les daba la espalda con indiferencia, quizás preguntándose de qué le había servido tanta ilustración y tanto trabajo para terminar aguantando las pedorreces de una docena de niños mimados y la mierda de unas cuantas ratas con alas.
-Pero en qué movidas te metes, Eladio de mi corazón -decía Gloria mojando una porción de queso en la confitura, antes de zampárselo de un solo bocado. "



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