Manifiesto feminista, 1914 (fragmento)Mina Loy
Manifiesto feminista, 1914 (fragmento)

"El hombre que vive su vida con actividades conforme al código social que es un protectorado del elemento femenino —ya no es Masculino. Las mujeres que adaptan a sí mismas la valoración teórica de su sexo como Impersonalidad Relativa, no son todavía lo Femenino.
Dejen de buscar en los hombres lo que ustedes no son—busquen dentro de ustedes para encontrar lo que son.
Tal como están constituidas las condiciones en el presente —tienen la opción para elegir entre Parasitismo y Prostitución —o Negación.
Hombres y mujeres son enemigos con la enemistad del explotado por un parásito, el parásito de los explotados— en el presente están a merced de las ventajas de lo que cada uno pueda tomar de la dependencia sexual del otro.
El único punto en donde el interés de los géneros confluye es en el abrazo sexual.
El primer engaño que interesa demoler es la división de las mujeres en dos clases —la amante y la madre, toda mujer equilibrada y bien desarrollada sabe que esto no es cierto, la Naturaleza provee de las funciones completas —no hay limitantes— ni la mujer menos “evolucionada”* es indiferente en el sexo.
Esto resultará ser una limitante sobre la expansión del temperamento de la próxima generación femenina; la mujer que es una pobre amante será una madre incompetente —una mentalidad inferior— disfrutará de una aprehensión inadecuada de la Vida.*
Para obtener resultados tendrán que hacer sacrificios y el primero y el mayor sacrificio que tendrán que hacer es sobre su “virtud”.
El valor ficticio de la mujer identificado con su pureza física —es muy fácil de mantener— la vuelve letárgica en la adquisición de méritos intrínsecos de su carácter, por los cuales ella podría obtener un valor concreto como sujeto —por lo tanto, la primera ley autoimpuesta por el sexo femenino, como protección contra el espectro de virtud hecho por el hombre —que es su principal instrumento de sujeción, sería la incondicional y quirúrgica destrucción de la virginidad, en toda la población femenina durante la pubertad—.
El valor del hombre es juzgado enteramente de acuerdo con su utilidad o interés dentro de la comunidad, el valor de la mujer depende completamente de la posibilidad de su éxito o fracaso al manipular a un hombre para que tome la responsabilidad de ella —de por vida—.
Las ventajas del matrimonio son, por mucho, ridículas —comparadas a todos los demás oficios— bajo las condiciones modernas, una mujer puede aceptar apoyos ridículamente lujosos de un hombre (sin retorno de ninguna especie —incluso de descendencia) —como agradecimiento por su virginidad.
La mujer que no ha logrado derribar estos tratos ventajosos —tiene prohibida cualquier reacción subrepticia a los estímulos de la vida— y está por completo impedida para la maternidad. "



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