El barco "Hace siglos, lunas, soles que el país va navegando. Látigos de dura historia, montonera de hambre y años; hace mucho –el tiempo es hombre- que la Patria va en un barco hacia su puerto de paz, navegando. Tanto andar por estas aguas, tantas veces el naufragio, tan castigada la brújula, tanto Patria –¡hermano tanto!- que de surcar intemperies, siglos, soles, lunas, años, el país que nos contiene -digamos- ¡se ha vuelto barco!. Gaviota de los trigales se ha vuelto barco. Suburbio donde esperamos, se ha vuelto barco. Tierra ajena y sudor nuestros, navegando. Ahora mejor juntemos amor, mientras comenzamos a decirnos tiernamente que vamos, que todos vamos navegando el mismo barco, sin islas, sin otro puerto, sin más capitán que el canto: vamos navegando todos el mismo barco. Hay que admitirlo. Es un hecho largamente elaborado, un modo de muchos sueños y una esperanza almirante. ¿No es hermoso que pensemos a la Patria navegando? ¿No es bello saber que todos vamos navegando el mismo barco? Políticos, presidentes, honorables ciudadanos: ahí va esta flor del oficio tonadero de mi canto: sobre la rosa del viento la Patria es un dulce aroma, navegando. Ahora más bien pensemos, quedémonos meditando. Habitemos este verso ya sin posibles naufragios: -generales, abogados, sacerdotes, diputados, señoras, hombres de empresa, comerciantes, funcionarios- sobre la flor de los vientos la Patria se ha vuelto barco. Yo me conozco el oficio y la guitarra es un mago. -Quién haya perdido el rumbo saldrá con ella a buscarlo- Y esta guitarra que suena, pajarera del paisaje, cuando dice lo que dice no hay que andar adivinando.... Guitarra ¿cómo es la Patria navegante que cantamos? ¿Sobre la flor de los vientos un aroma vuelto barco? Y no te duele, guitarra, la madera en la garganta como a mí me está doliendo la campana de mi sangre?. ¡Ya no me digas, guitarra, cómo es mi patria! Lunas, siglos, días ciegos, navegando. Y mientras ellos te beben, abajo vamos remando, remando, vamos remando, abajo vamos remando! Guitarra, Patria, Bandera, luna, río, sueño y cielo, navío del alto viento, dulce rosa navegando, hay dos modos de saberte mientras tanto: arriba como un olvido, como una memoria, abajo. Porque arriba te trafican y abajo vamos remando, remando, vamos remando, nosotros vamos remando, mientras tanto. ¡Y sin embargo es tan simple! ¡Es tan claro sin embargo! Hay que hacerse del timón. Cambiar el rumbo de manos. Subir de pronto a cubierta -y con este mismo oficio unitario que remamos- poner las cosas en orden, limpiar el viento, limpiarnos de los que vienen de arriba traficando y vomitando. Y entonces, ¡proa a los sueños! ¡América está esperando! " epdlp.com |