El estilo románico y el Cantar del Cid (fragmento)Enrique Moreno Báez
El estilo románico y el Cantar del Cid (fragmento)

"En la Chanson, que empieza y termina con Carlomagno, el eje se desplaza a Roldan en el largo episodio de Roncesvalles, que es casi un tercio del poema y bastante más si prescindimos del de Baligant, interpolado con el fin de equilibrar las masas, neutralizando el episodio de Roncesvalles, centrado en Roldan, con otro en que el emir pasara al primer plano, lo que deja en medio a Carlomagno, vengador de aquél en la persona de éste. Por el contrario, la más perfecta estructura del Cantar del Cid no permite que su eje se desplace; hasta en las cortes las miradas de todos van hacia el Cid y no hacia el rey, deliberadamente empequeñecido desde que su conducta es condenada por los burgaleses en el verso citado.
Alrededor del Cid y no del rey, causa indirecta de su engrandecimiento al desterrarle y al pedirle las manos de sus hijas para los que luego las afrentarían, se agrupan los demás personajes, como alrededor del Pantocrátor de Santiago los símbolos de los evangelistas, los ángeles con los atributos de la pasión, los bienaventurados y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis: a sus distintos tamaños corresponden las diferencias que descubrimos al comparar los de Minaya o Martín Antolínez con los de los moros de Castejón o Alcocer o con los de las doncellas de doña Jimena. Debemos a Hatzfeld, quien ya comparó con el Pantocrátor al Carlomagno de la Chanson,2® comparación que estructuralmente es mucho más exacta en el caso del Cid, la observación de que Dios está visto en la epopeya a través de esta imagen, que superpone a los rasgos del Padre los del Cristo de la napouaía, quizás, pensamos nosotros, bajo el influjo de la doctrina que por suponer que en el Verbo están las ideas ejemplares de todas las cosas le asocia a la obra de la creación. "



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