Seis años que cambiaron el mundo (fragmento)Hélène Carrère
Seis años que cambiaron el mundo (fragmento)

"¡Qué cambio para todas las mujeres soviéticas! La revolución proclamó la igualdad de las mujeres con los hombres, eso es cierto, pero esas mujeres no tenían derecho a consideración más que una vez al año, el 8 de marzo, Día de la Mujer. El resto del tiempo debían asumir las tareas más pesadas, hacer cola interminablemente para alimentar a sus familias y sufrir la brutalidad de unas parejas con frecuencia alcoholizadas. En una palabra: la vida de las mujeres en la URSS era, en general, un infierno. La aparición de Raisa, las atenciones que le prodigaba Mijaíl
Gorbachov, el respeto que le testimoniaba, eran una verdadera revolución. Esa pareja estaba hecha a la imagen de los sueños de las mujeres soviéticas. Algunas películas americanas toleradas por el poder les habían enseñado parejas normales pero bien vestidas, bien alojadas, aparentemente felices, y para ellas se habían convertido en un ideal inaccesible, pero que las consolaba de la vida real. El estilo de la pareja Gorbachov —que ya había asombrado a aquellos que los habían recibido en el curso de sus periplos por el extranjero, en Francia o en Canadá— impresionó favorablemente a sus compatriotas. Se añadía a ello la revolución de la palabra. La educación superior recibida por Mijaíl y Raisa, en Moscú, hacía que se expresaran en ruso, más que en «lengua soviética». Escapaban casi del todo al acento típico soviético que había alterado una lengua muy musical bajo los efectos de la proletarización de los campesinos, al traslado forzoso de poblaciones y también la caída del nivel educativo de la elite política.
La pareja Gorbachov hacía soñar. Quedaron olvidados en un instante Bréznev, Chernenko y otros dirigentes que presidían en solitario, ya que las mujeres estaban excluidas de todas las conmemoraciones soviéticas. Parecía abrirse una nueva época sencillamente porque dos seres todavía jóvenes y encantadores encarnaron de pronto a un país desmoralizado. No era solo el nuevo Gensek «que no avergonzaba» a su país, sino una pareja que parecía anunciar tiempos nuevos. "



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