Poema a los cabecitas negrasAlicia Eguren
Poema a los cabecitas negras

"Dejadme sonreír;
permitidme que sonría con la certidumbre manca de los hombres
bizcándome cada parte de nuestra humanidad.
Aquí, en Buenos Aires,
de acuerdo con la cartografía que yo apuntalo
se desparrama una fortaleza
de la cual siempre he hablado
y que morirá hablando
a través de mi cuerpo:
Buenos Aires.
Entre un río que golpea
desatinada y genesíacamente
todos los tiempos de la terrible felicidad humana.
Entre ese río y la dispersión rala
de los extramuros,
y después el campo,
la planicie de sedimento.
Dentro de este contorno polémico,
Buenos Aires.
Hombres polémicos
que estamparán su pena en la noche estrellada:
Buenos Aires.
Y volcando,
desencadenando sus represas perfectas
el Norte ya cantado,
represas fijas al fondo,
al fondo de la tierra
por el cuño d Dios, no las obras de Dios,
por el esqueleto de Dios, no la revelación de Dios.
Por estos minutos huecos de tierra
debemos recomenzar la búsqueda?
Hemos palpado al nacer,
en nosotros,
glóbulos,
glóbulos perfectos
que impensadamente también
por estos espacios del mundo nuestro:
Buenos Aires.
Pero cuando el flanco se agita
con la final molicie,
cuando el descuajado talud se abandona
a su resbaladizo e incontenible fin,
el corazón que ama la plenitud
despliega su alarido
despeña su urgente necesidad de aurora,
y entonces el Norte
nuevamente
como también eterna
eternamente,
por los diminutos huecos de tierra
comienza a arrojar
las amontonadas
las contenidas represas
las infinitas gotas
los receptáculos del vino añejo;
cabezas,
cabecitas negras,
padres en los frutos válidos.
Dejadme sonreír,
permitidme que sonría
Alguien,
algunos
acaso pueden
pueden todavía vencer a la Muerte? "



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