La vida es eterna (fragmento)Mario Amorós
La vida es eterna (fragmento)

"«Las canciones le brotaban como flores silvestres», escribió de Víctor Jara el periodista Luis Alberto Mansilla. Estas forman parte de la memoria de varias generaciones en Chile, España, Europa, América Latina y otros países. Después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, y de su brutal asesinato cuatro días más tarde en el Estadio Chile (en circunstancias esclarecidas por la justicia chilena en los últimos años), adquirieron una dimensión diferente, puesto que su figura, como la del presidente Salvador Allende, pasó a representar universalmente el sufrimiento y la tragedia de su pueblo. Hoy perduran, las escuchamos, las cantamos, por su ternura, sensibilidad, autenticidad, por su vitalidad, su compromiso con la transformación de la sociedad, su canto al amor, la igualdad y la fraternidad. Por su belleza. Las compuso instintivamente, sin haber estudiado música, sin saber escribir las partituras; las interpretó con su guitarra con un estilo que evocaba el de la provincia de Ñuble, donde vivió sus primeros años.
«La vida es eterna en cinco minutos», nos susurró en la más universal de sus composiciones, «Te recuerdo Amanda», que creó durante una larga estancia en Inglaterra en 1968, conmovido por la separación de su esposa, Joan Turner, y sus hijas, Manuela y Amanda. Esta biografía, construida a partir de la documentación de doce archivos de seis países, testimonios y una amplísima bibliografía, comienza con el relato de su infancia en el mundo rural, una etapa en la que su madre, Amanda, cantora popular, le transmitió, como un tesoro, la devoción por la música folclórica.
El traslado con su familia a Santiago de Chile, cuando tenía unos diez años, sus estudios primarios y posteriormente de contabilidad, el internamiento en un seminario católico, el servicio militar en el Ejército, su ingreso en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile y sus inicios en el mundo de la música (con el conjunto folclórico Cuncumén a partir de 1958) se relatan con detalle. Y también merecen una especial atención aquellos primeros años sesenta en los que se convirtió en uno de los grandes directores de escena del país, con obras como Parecido a la felicidad, Ánimas de día claro o La remolienda (escritas por su amigo Alejandro Sieveking y con la actriz Bélgica Castro en papeles protagónicos), con las que viajó a Argentina, Uruguay e incluso Cuba, donde en abril de 1960 conoció a Ernesto Che Guevara, a quien en 1967 dedicaría su canción «El aparecido». "



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