Nuestro operaismo (fragmento)Mario Tronti
Nuestro operaismo (fragmento)

"El operaismo italiano de la década de 1960 comienza con el nacimiento de los Quaderni rossi y termina con la muerte de Classe operaia. Fin de la historia. Tal es el argumento. O, si se quiere –si le grain ne meurt– el operaismo se reproduce de otras maneras, reencarnado, transformado, corrompido y… perdido. Este texto nació en su momento del impulso de esclarecer la distinción intelectual entre operaismo y post operaismo, o los movimientos de autonomía de finales de la década de 1970 y años posteriores. Luego los dulces placeres del recuerdo hicieron el resto. Si este «resto» es de buen gusto o sirve de algo hoy día corresponde juzgarlo a los lectores. Esta es mi verdad, basada en lo que creía entonces y en lo que no veo sino con mayor claridad hoy día. No quiero ofrecer una interpretación canónica del proyecto; pero esta es una de las posibles lecturas, lo bastante unilateral para reforzar la vieja y feliz idea de la investigación de parte, esa práctica teórica indigesta que nos formó.
Digo nosotros porque creo que puedo hablar por un puñado de personas inseparablemente unidas por un vínculo de amistad política, que compartían un nudo común de problemas como un «pensamiento vivido». Para nosotros, la distinción clásica amigo/enemigo no era tan sólo un concepto del enemigo, sino también una teoría y una práctica del amigo. Nos hicimos y hemos seguido siendo amigos porque descubrimos, políticamente, un enemigo común frente a nosotros; esto tuvo consecuencias que determinaron las decisiones intelectuales de aquel tiempo y los horizontes sucesivos. Trataré de hablar con sencillez, evitando el lenguaje literario. Sin embargo, es preciso decir que el operaismo de la década de 1960 forjó su propio «gran estilo» de escritura, cincelado, lúcido, polémico, con el que pensábamos que aferrábamos el ritmo de los obreros de la fábrica en lucha contra los patronos. Cada pasaje histórico genera su propia forma de representación simbólica. Partisanos semianalfabetos que se enfrentaban a los pelotones de fusilamiento nazis produjeron las Lettere di condannati a morte della Resistenza, una obra de arte. Asimismo, los muchachos que al amanecer permanecían de pie ante las puertas de la fábrica Mirafi ori de Turín volvían a casa por la noche para leer El alma y las formas del joven Lukács. El pensamiento fuerte precisa de una escritura fuerte. Un sentido de la grandeza del conflicto despertó en nosotros una pasión por el estilo nietzscheano: hablar en un registro noble en nombre de los que están abajo.
Nunca he olvidado la lección que aprendimos a las puertas de las fábricas, cuando llegamos con nuestras pretenciosas octavillas, invitando a los trabajadores a unirse a la lucha anticapitalista. La respuesta, siempre la misma, venía de las manos que aceptaban nuestros trozos de papel. Se reían y decían: «¿Qué es? ¿Dinero?». Una «ruda raza pagana», en efecto. No se trataba del mandato burgués, enrichissez-vous; era la palabra «salarios» presentada como una respuesta objetivamente antagonista a la palabra «ganancia». El operaismo reelaboró la brillante frase de Marx –el proletariado, alcanzando su emancipación, liberará a toda la humanidad– y la transformó en la siguiente: la clase obrera, siguiendo sus propios intereses parciales, crea una crisis general de las relaciones de capital. El operaismo marcó un modo de pensar políticamente. El pensamiento y la historia se dieron de bruces en un choque directo e inmediato. Lo que es tenía que ser expuesto al análisis, la reflexión, la crítica y el juicio. Lo que fue dicho y escrito sobre el mismo vino más tarde. "



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